Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
Josué 11
1 Y aconteció que cuando se enteró Jabín, rey de Hazor, envió mensajeros a Jobab, rey de Madón, al rey de Simrón, al rey de Acsaf,
2 y a los reyes que estaban al norte en la región montañosa, en el Arabá al sur de Cineret, y en las tierras bajas y en las alturas de Dor al occidente;
3 al cananeo que estaba al oriente y al occidente, al amorreo, al hitita, al ferezeo y al jebuseo en la región montañosa, y al heveo al pie del Hermón en la tierra de Mizpa.
4 Y salieron ellos, y todos sus ejércitos con ellos, tanta gente como la arena que está a la orilla del mar, con muchísimos caballos y carros.
5 Así que todos estos reyes, habiendo acordado unirse, vinieron y acamparon juntos cerca de las aguas de Merom para pelear contra Israel.
6 Entonces dijo el Señor a Josué: No temas a causa de ellos, porque mañana a esta hora yo entregaré a todos ellos muertos delante de Israel; desjarretarás sus caballos y quemarás sus carros a fuego.
7 Y Josué, y toda la gente de guerra con él, vino de repente sobre ellos junto a las aguas de Merom, y los atacó.
8 Y el Señor los entregó en manos de Israel, los derrotaron y los persiguieron hasta Sidón la grande, hasta Misrefot-maim y hasta el valle de Mizpa al oriente; los hirieron hasta que no les quedó sobreviviente alguno.
9 Y Josué hizo con ellos como el Señor le había mandado: desjarretó sus caballos y quemó sus carros a fuego.
10 Por ese mismo tiempo Josué volvió y se apoderó de Hazor e hirió a espada a su rey; porque Hazor antes había sido cabeza de todos estos reinos.
11 E hirieron a filo de espada a todas las personas que había en ella, destruyéndolas por completo; no quedó nadie con vida, y a Hazor le prendió fuego.
12 Y tomó Josué todas las ciudades de estos reyes, y a todos sus reyes los hirió a filo de espada y los destruyó por completo; tal como Moisés, siervo del Señor, había ordenado.
13 Sin embargo, Israel no quemó ninguna de las ciudades que estaban sobre sus colinas, con la única excepción de Hazor, la cual Josué quemó.
14 Y los hijos de Israel tomaron como botín todos los despojos de estas ciudades y el ganado; mas a los hombres hirieron a filo de espada hasta destruirlos. No dejaron a ninguno con vida.
15 Tal como el Señor había ordenado a Moisés su siervo, así Moisés lo ordenó a Josué, y así Josué lo hizo; no dejó de hacer nada de todo lo que el Señor había ordenado a Moisés.
16 Tomó, pues, Josué toda aquella tierra: la región montañosa, todo el Neguev, toda la tierra de Gosén, las tierras bajas, el Arabá, la región montañosa de Israel y sus tierras bajas,
17 desde el monte de Halac, que se levanta hacia Seir, hasta Baal-gad en el valle del Líbano, al pie del monte Hermón. Capturó a todos sus reyes, los hirió y los mató.
18 Por mucho tiempo Josué estuvo en guerra con todos estos reyes.
19 No hubo ciudad que hiciera paz con los hijos de Israel, excepto los heveos que vivían en Gabaón; de todas se apoderaron por la fuerza.
20 Porque fue la intención del Señor endurecer el corazón de ellos, para que se enfrentaran en batalla con Israel, a fin de que fueran destruidos por completo, sin que tuviera piedad de ellos y los exterminara, tal como el Señor había ordenado a Moisés.
21 Y por aquel tiempo Josué fue y destruyó a los anaceos de la región montañosa, de Hebrón, de Debir, de Anab, de toda la región montañosa de Judá y de toda la región montañosa de Israel. Josué los destruyó por completo con sus ciudades.
22 No quedaron anaceos en la tierra de los hijos de Israel; sólo quedaron algunos en Gaza, en Gat y en Asdod.
23 Tomó, pues, Josué toda la tierra de acuerdo con todo lo que el Señor había dicho a Moisés. Y Josué la dio por heredad a Israel conforme a sus divisiones por sus tribus. Y la tierra descansó de la guerra.
Salmos 144
1 Bendito sea el Señor, mi roca, que adiestra mis manos para la guerra, y mis dedos para la batalla.
2 Misericordia mía y fortaleza mía, mi baluarte y mi libertador, escudo mío en quien me he refugiado, el que sujeta a mi pueblo debajo de mí.
3 Oh Señor, ¿qué es el hombre para que tú lo tengas en cuenta, o el hijo del hombre para que pienses en él?
4 El hombre es semejante a un soplo; sus días son como una sombra que pasa.
5 Oh Señor, inclina tus cielos y desciende; toca los montes para que humeen.
6 Despide relámpagos y dispérsalos; lanza tus flechas y confúndelos.
7 Extiende tu mano desde lo alto; rescátame y líbrame de las muchas aguas, de la mano de extranjeros
8 cuya boca habla falsedad y cuya diestra es diestra de mentira.
9 Oh Dios, un cántico nuevo te cantaré; con arpa de diez cuerdas cantaré alabanzas a ti,
10 el que da la victoria a los reyes, el que rescata a David su siervo de espada maligna.
11 Rescátame y líbrame de la mano de extranjeros, cuya boca habla falsedad, y cuya diestra es diestra de mentira.
12 Sean nuestros hijos en su juventud como plantíos florecientes, y nuestras hijas como columnas de esquinas labradas como las de un palacio.
13 Estén llenos nuestros graneros, suministrando toda clase de sustento, y nuestros rebaños produzcan miles y diez miles en nuestros campos.
14 Esté cargado nuestro ganado, sin fracasos y sin pérdida, y no haya gritos en nuestras calles.
15 Bienaventurado el pueblo a quien así le sucede; bienaventurado el pueblo cuyo Dios es el Señor.
Jeremías 5
1 Recorred las calles de Jerusalén, y mirad ahora, e informaos; buscad en sus plazas, a ver si halláis algún hombre, si hay quien haga justicia, que busque la verdad, y yo la perdonaré.
2 Pues aunque digan: “Vive el Señor”, de cierto juran falsamente.
3 Oh, Señor, ¿no buscan tus ojos la verdad? Tú los heriste, mas no les dolió; tú los consumiste, mas ellos rehusaron recibir corrección. Endurecieron sus rostros más que la roca, rehusaron arrepentirse.
4 Entonces yo dije: Ciertamente estos sólo son gente ignorante, son necios, porque no conocen el camino del Señor ni las ordenanzas de su Dios.
5 Me dirigiré a los grandes y les hablaré, porque ellos sí conocen el camino del Señor y las ordenanzas de su Dios. Pero también todos ellos a una habían quebrado el yugo y roto las coyundas.
6 Por tanto los herirá el león de la selva, el lobo de los desiertos los destruirá; un leopardo acecha sus ciudades, y todo el que salga de ellas será despedazado, porque son muchas sus transgresiones, y numerosas sus apostasías.
7 ¿Por qué he de perdonarte por esto? Tus hijos me han abandonado y han jurado por lo que no es Dios. Cuando los sacié, cometieron adulterio y fueron en tropel a casa de las rameras.
8 Eran caballos cebados y fogosos, cada cual relinchando tras la mujer de su prójimo.
9 ¿No he de castigar a este pueblo? —declara el Señor. De una nación como ésta, ¿no he de vengarme?
10 Subid por entre sus hileras de vides y destruid, mas no hagáis destrucción total; arrancad sus sarmientos, pues no son del Señor;
11 porque la casa de Israel y la casa de Judá han obrado pérfidamente conmigo —declara el Señor.
12 Han mentido acerca del Señor; dijeron: El no existe; ninguna calamidad vendrá sobre nosotros, y no veremos ni espada ni hambre.
13 Los profetas son como el viento, y la palabra no está en ellos. Que así se les haga a ellos.
14 Por tanto, así dice el Señor, Dios de los ejércitos: Por cuanto han hablado esta palabra, he aquí, pongo mis palabras en tu boca por fuego y a este pueblo por leña, y los consumirá.
15 He aquí, voy a traer de lejos una nación contra vosotros, oh casa de Israel —declara el Señor. Es una nación fuerte, es una nación antigua, una nación cuya lengua no conoces, y no podrás entender lo que hable.
16 Su aljaba es como sepulcro abierto, todos ellos son valientes.
17 Devorará tu mies y tu pan, devorará a tus hijos y a tus hijas, devorará tus ovejas y tus vacas, devorará tus viñas y tus higueras; a espada destruirá tus ciudades fortificadas en que confías.
18 Sin embargo, aun en aquellos días —declara el Señor— no llevaré a cabo una destrucción total de vosotros.
19 Y cuando te pregunten: “¿Por qué el Señor nuestro Dios nos ha hecho todo esto?” Les dirás: “Así como me dejasteis y servisteis a dioses extraños en vuestra tierra, así serviréis a extranjeros en una tierra que no es vuestra.”
20 Anunciad esto en la casa de Jacob y proclamadlo en Judá, diciendo:
21 “Oíd ahora esto, pueblo necio e insensible, que tienen ojos y no ven, tienen oídos y no oyen.
22 “¿No me teméis?” —declara el Señor. “¿No tembláis delante de mí, que puse la arena como frontera del mar, límite perpetuo que no traspasará? Aunque se agiten las olas, no prevalecerán; aunque rujan, no pasarán sobre ella.
23 “Pero este pueblo tiene un corazón terco y rebelde; se han desviado y se han ido.
24 “Y no dicen en su corazón: ‘Temamos ahora al Señor nuestro Dios, que da la lluvia a su tiempo, tanto la lluvia de otoño como la de primavera, y que reserva para nosotros las semanas establecidas de la cosecha.’
25 “Vuestras iniquidades han alejado estas cosas, y vuestros pecados os han privado del bien.
26 “Porque en mi pueblo se encuentran impíos que vigilan como cazadores al acecho; ponen trampa, atrapan hombres.
27 “Como una jaula llena de pájaros, así están sus casas llenas de engaño; por eso se engrandecieron y se enriquecieron.
28 “Han engordado y se han puesto lustrosos. También sobrepasan en obras de maldad; no defienden la causa, la causa del huérfano, para que prospere, ni defienden los derechos del pobre.
29 “¿No he de castigar por esto?” —declara el Señor. “De una nación como ésta ¿no he de vengarme?”
30 Algo espantoso y terrible ha sucedido en la tierra:
31 los profetas profetizan falsamente, los sacerdotes gobiernan por su cuenta, y a mi pueblo así le gusta. Pero ¿qué haréis al final de esto?
Acompañe la lectura del 189° día ingresando aquí.
[related-content]