Muchas personas se esfuerzan para prosperar, sin embargo, en diversas ocasiones, ese esmero no les proporciona ningún beneficio a sus vidas. Incluso, algunos cristianos que conocen las promesas Divinas también enfrentan este tipo de problema. Entonces, ¿en qué se están equivocando?
Algunos piensan que por el hecho de frecuentar la Iglesia o de ser un miembro activo en las reuniones los hace merecedores de recibir las bendiciones, pero, en realidad, no es así. La única manera de alcanzar las promesas de Dios es a través de la obediencia a Su Palabra. No obstante, como todo en la vida, nada sucede de un día para el otro, y para prosperar hay un proceso determinado.
Los cuatro pasos para el éxito
Cierta vez, el Señor Jesús hizo el milagro de la multiplicación de los panes y los peces que tenía a Su disposición para que los discípulos pudieran alimentar a la multitud que Lo seguía (Mateo 15:29-37). En este hecho extraordinario, se dieron algunos pasos para que el milagro sucediera:
1. Acercarse al Señor Jesús
Durante el período en que el Hijo de Dios estuvo en la Tierra, las personas se acercaban a Él y eran curadas de las enfermedades, liberadas de los tormentos espirituales y redimidas de sus pecados. Aunque el tiempo pasó, nada cambió: el que quiere ser transformado debe entregarse por completo al Señor Jesús. Esto significa que la persona debe abandonar la vida pecaminosa para recibir, a cambio, una nueva vida.
2. Confiar
La ansiedad es un factor por el cual muchos se desaniman y fracasan. Los que son ansiosos ignoran que, si Dios Lo prometió, Lo cumplirá. Por lo tanto, lo importante no es saber cuándo ni cómo la multiplicación llegará, sino tener la seguridad de que sucederá en el momento correcto.
3. Ser sabio
Las personas que toman decisiones influenciadas por sus emociones están destinadas a fracasar. Por eso, el corazón es uno de los motivos por el cual muchos están en bancarrota y no pueden prosperar. Sin embargo, es importante ser sabio al momento de invertir el dinero para poder alcanzar el bienestar económico.
4. Poner a Dios en primer lugar
Antes de realizar el milagro de la multiplicación, el Señor Jesús presentó los panes y los peces a Dios. Esto indica que, ante todo, el Altísimo debe estar en primer lugar en la lista de prioridades y, a cambio, Él dará mucho más que bendiciones económicas.
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