Este es el relato de alguien cuyos vestidos fueron comparados con los lirios del campo por el propio Señor Jesús. Estamos hablando del ser humano más rico del mundo de todos los tiempos.
Después de experimentar todos los placeres provenientes de las riquezas que poseía, el rey Salomón llega a la siguiente conclusión:
“Él que ama el dinero no se saciará de dinero, y el que ama la abundancia no se saciará de ganancias. También esto es vanidad”. Eclesiastés 5:10
“Dulce es el sueño del trabajador, coma mucho o coma poco; pero la hartura del rico no le permite dormir”. Eclesiastés 5:12
“Como salió del vientre de su madre, desnudo, así volverá, yéndose tal como vino; nada saca del fruto de su trabajo que pueda llevarse en la mano.
Y también esto es un grave mal: que tal como vino, así se irá. Por tanto, ¿qué provecho tiene el que trabaja para el viento?”. Eclesiastés 5:15-16
¡He aquí una gran enseñanza para aquellos que piensan que la riqueza puede comprar el buen sueño, la paz, la unión de la familia y, sobre todo, la salvación! Pues, lo que hace posible todo esto es la entrega sincera del alma al Señor Jesús para recibir la mayor riqueza que puede tener un ser humano, aunque sea “pobre”: el bautismo con el Espíritu Santo y la eternidad con el Altísimo. PIENSE.