Cuando la presión de las luchas aumenta, algunas personas toman la lamentable decisión de abandonar la fe. Piensan que, de ese modo, los ataques del mal se terminarán y se sentirán más aliviadas. No obstante, eso es lo que satanás desea que crean.
Ser cristiano es especial porque su fe lo puede llevar a disfrutar las promesas de Dios. Sin embargo, no quedará exento de las dificultades. Al contrario, cuanto más luche por su Salvación, más el diablo lo embestirá para que renuncie a ella.
El Señor Jesús también sintió la presión de las luchas, de tal forma que pidió a Dios que lo rescatara. No obstante, el Señor debió enfrentar los problemas para que pudiera ser un vencedor en la cruz.
“Y estando en la condición de hombre, Se humilló a Sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo cual Dios también Le exaltó hasta lo sumo, y Le dio un nombre que es sobre todo nombre, para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra; y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.” Filipenses 2:8-11
De la misma manera, las personas necesitan batallar sus guerras personales para que puedan alcanzar la Salvación a través de la fe. Por lo tanto, en ese contexto, deben buscar el socorro de Dios porque Él no falla.
¡Prosiga!
No crea en los pensamientos de duda que el diablo sopla en su mente ni tampoco le dé credibilidad a sus mentiras. Por lo tanto, si tuvo días difíciles, prosiga y, si está caído, levántese.
Recuerde: la Salvación de su alma es algo digno de ser conquistado, ¡no desista de ella!