La fe es así: primero uno ve lo que quiere y después va a buscar la conquista.
Eso fue lo que sucedió con Abraham. Cuando habían pasado muchos años y la promesa de Dios no se había cumplido, Abraham comenzó a cuestionarla. Y cuando salió de su tienda y miró al cielo: “Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó al Señor, y le fue contado por justicia.”, (Genesis 15:5-6).
Dios es quien nos da la visión de lo que queremos y esa visión nunca es pequeña e insignificante, nuestro Dios hace cosas extraordinarias.
Abraham creyó, dejó de cuestionar y dejó de dudar. Cuando las personas creen de verdad ya no tienen dudas. No pide explicaciones, la persona no sabe cómo es que Dios va a hacerlo, pero cree que será hecho, porque Él así lo prometió.
Eso es lo que nos justifica, la fe, la creencia. La fe de Abraham lo justificó y se convirtió en merecedor de la promesa del Padre. Porque Dios trabaja a partir de la confianza. Si usted cree, Él hace el resto, si no cree, no podrá hacer nada por usted.
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