Seguramente, usted enfrenta problemas y dificultades en su día a día. Incluso, fue a causa de ellos que usted recurrió a la ayuda de la fe, ¿no es verdad? Usted alcanzó una cura, una bendición, pero algunos problemas aún permanecen. Por otra parte, aunque usted se haya entregado al Señor Jesús, comenzado a serle fiel e incluso Lo sirva, surgieron otros problemas que no fueron resueltos. ¿Por qué sucede eso?
El obispo Edir Macedo abordó este tema en una reunión y explicó que “es natural que enfrentemos problemas, y Dios los permite. Si la persona es de Él, es consolada por el propio Espíritu Santo. Pero, cuando no lo es, se desespera”, dijo.
Él también agregó que dentro de la iglesia las personas están tan acostumbradas a los milagros que solo están preparadas para ganar. Pero no para perder. “Nosotros siempre pasaremos por problemas, tarde o temprano. Los que nosotros mismos causamos o los que otros causan. Pero tenemos que usar la fe, hacer nuestra parte. Las tribulaciones que pasamos son para que crezcamos en la fe, dependamos de Dios y nunca nos creamos algo”, enseñó.
Experiencias con Dios
Seamos honestos: ¿Quién quiere pasar por luchas en el matrimonio, en la familia, en la salud o en cualquier otra área? A nadie le gusta enfrentar problemas, esto es un hecho. Pero Dios también los usa para traernos beneficios. Vea lo que dice Su Palabra:
“Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, prueba; y la prueba, esperanza…” Romanos 5:3-4
“¿Cómo gloriarse en las tribulaciones? Pasé muchos momentos difíciles y hoy me glorío en ellos, pues vencí. Si usted no pasa por ellos, nunca desarrollará su fe, no crecerá ni madurará. A veces, ellos vienen para que nosotros podamos aprender a vivir en la dependencia de Dios. Es el tiburón en nuestro acuario, para que no dormitemos en la fe”, dijo.
La esperanza de vencer
Al vencer los problemas, también nos queda la esperanza y la certeza de que venceremos los otros que surjan. Además, la experiencia adquirida ayuda a salvar a otras almas y a transmitirles a ellas la misma esperanza. Fue lo que el obispo Macedo vivió cuando su hija menor, Viviane, nació con labio leporino.
“Yo me preguntaba el ‘porqué’. Pero ella fue la causa del nacimiento de la Universal, hubo una indignación, pues hasta entonces yo esperaba una oportunidad para predicar la Palabra de Dios, pero nadie creía en mí. Esa experiencia me trajo una indignación y de ella nació una fe aún más grande. Enfrente sus problemas, pues [a través de ellos] el Altísimo quiere hacer de usted un hombre, una mujer de verdad”, afirmó.