Vea cómo es importante que usted reciba el Espíritu Santo.
El Espíritu Santo es la Garantía de Dios para nosotros, la Garantía de nuestra Salvación, la Garantía de que Dios está con nosotros. El Espíritu Santo es el Espíritu de la Fe.
¿Sabe cómo uno sabe que una persona es bautizada con el Espíritu Santo? Esa persona no es miedosa, no es insegura, no es “chupamedias”. Los “chupamedias” viven dependiendo de la ayuda de los demás. ¡Quien tiene el Espíritu Santo tiene su fe definida y solo depende de Dios!
El Espíritu Santo es todo. El Espíritu Santo es el Señor de esta Obra.
La persona que tiene el Espíritu Santo es firme, tiene identidad espiritual, no adula a nadie y no depende de nadie.
“Y el que nos preparó para esto mismo es Dios, quien nos dio el Espíritu como garantía. Por tanto, animados siempre (…) porque por fe andamos, no por vista…” 2 Corintios 5:5-7
Ahora, ¿qué es la fe? “La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve” (Hebreos 11:1).
El Señor Jesús tenía un discípulo que se llamaba Tomás, y Él siempre les había dicho a Sus discípulos que iba a morir y que al tercer día iba a resucitar, porque había venido para eso, que era necesario que padeciera y muriera y al tercer día resucitara.
Y Tomás caminaba con Jesús, pero, cuando fueron al sepulcro a buscar al Señor Jesús y el ángel les dijo: “no está aquí, pues ha resucitado, como dijo”, Tomás no creyó. Si no veía Su costado y las heridas de Sus manos no iba a creer. ¡Eso es vivir por vista!
Cuando Jesús apareció y Tomás Le dijo: “Señor”, el Señor Jesús le respondió: “¿Porque Me has visto has creído? Dichosos los que no vieron, y sin embargo creyeron” (Juan 20:29).
Nosotros nunca hemos visto al Señor Jesús, pero creemos en Él, que es Espíritu. “… porque por fe andamos, no por vista…” Él nos dio Su Espíritu como Garantía para que no vivamos por lo que vemos, sino por la fe.
Usted no tiene que tocar o sentir, sino vivir por la fe.
Quien es bautizado con el Espíritu Santo no vive por lo que ve, no vive asustado, es seguro, decidido, tiene su fe definida, no depende de lo que diga fulano o mengano. Tomás quería ver para creer a pesar de haber andado con Jesús.
La fe es eso, pero, si usted quiere tocar, palpar o ver, o está dependiendo de alguien que le ayude, está viviendo por vista.
Es muy fácil estar bien cuando todo está saliendo bien. Si usted vive por la fe confía siempre en Dios, que es el Señor de los Ejércitos y le dará la victoria.
Quien anda por vista es sentimental y está siempre murmurando, pero quien anda por la fe no se preocupa por pequeñeces ni por chismes.
Mucha gente deja de andar por la fe para andar por vista, quieren tocar, no tienen identidad espiritual, están apegados a un predicador o a alguien con fama.
Hay gente que está en la iglesia todos los días y vive por vista, buscando dónde apoyarse, pero, los que vivimos por la fe, avanzamos aunque no sepamos adónde vamos, porque sabemos que Dios nos va a ayudar. ¡Dios mismo nos preparó para eso! “Porque todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, son hijos de Dios” (Romanos 8:14).
Los que vivimos por la fe no vivimos por sentimiento, el contacto que tenemos con Dios es por la fe, y sabemos que la última palabra es de Dios. Sabemos que estamos sujetos a recibir malas noticias, pero Él dijo: “Mi justo vivirá por la fe…” (Hebreos 10:38).
¿Usted ha andado por vista o por fe? Pregúntese a usted mismo.
Cuando usted vive por fe, hasta lo que era para salir mal sale bien.
Viva por la fe, esa fe pura y sencilla que no es sabia en palabras pero que le dice que, si Dios está con usted, quién podrá estar contra usted. Dios nos da una fe sencilla pero que, puesta en acción, derrota al ejército más poderoso.
Viva por fe y no por vista.
Piense en eso.
Dios le bendiga.