El trastorno por déficit de atención e hiperactividad es una condición neurobiológica, que fue observada por primera vez en 1902 por un pediatra inglés.
A las personas con TDAH se les dificulta empezar actividades que no ofrezcan recompensas inmediatas y que deban desempeñar durante un largo periodo, principalmente, cuando no son cosas de su interés. Es decir, el portador del trastorno necesita que el placer de hacer algo surja rápidamente.
Según el Ministerio de Salud, el TDAH afecta a alrededor de dos millones de brasileños. Sin embargo, aun viendo que cada vez hay más personas recibiendo este diagnóstico, muchos niños y adolescentes crecen sin el tratamiento adecuado, lo que los lleva a enfrentar la difícil tarea de convivir con el TDAH en la adultez. Lo peor es que muchos adultos tienen los síntomas sin saber que son portadores de este trastorno.
Cuando se conoce el diagnóstico, es posible desarrollar herramientas y hábitos que ayuden en la convivencia con el TDAH.
La revista científica The Lancet Psychiatry publicó el mayor estudio sobre esto, con imágenes cerebrales, coordinado por la psiquiatra Martine Hoogman. Además, contó con la participación de 83 especialistas de varias partes del mundo. Los científicos recolectaron resonancias magnéticas de 3242 personas, de las cuales 1713 tenían TDAH. Los exámenes se les realizaron a personas que tenían entre 4 y 63 años.
Los resultados mostraron que, comparado a los que no tienen TDAH, los portadores del trastorno tienen diferencias cerebrales significativas, especialmente, durante la infancia y la adolescencia. Las estructuras como la amígdala cerebral, el núcleo accumbens (conocido como el «centro del placer») y el hipocampo, responsables por la regulación de las emociones, de la motivación y del sistema de recompensa, son menores en los pacientes con TDAH. Estos aspectos están directamente conectados a las diferencias comportamentales.
La neuropsicóloga Beatriz Mello explicó que el número de estudios sobre TDAH crece, pero la neurobiología del trastorno aún no está totalmente aclarada. Se sabe que actúa, principalmente, en las áreas del cerebro conectadas a la atención, a la impulsividad y al comportamiento hiperactivo. Esto hace que el portador del trastorno no tenga total control de sus actos.
«Las personas con TDAH son afectadas psicológicamente por sentirse incapaces y por no tener la autonomía y la confianza para ejercer actividades importantes, tanto por el gran número de errores que cometieron como por las dificultades que vivieron», dijo.
Ella agregó que es importante buscar la cura por la fe: «He estudiado el TDAH, soy psicóloga y neuropsicóloga, pero, antes que nada, cristiana. Además, soy madre de un niño de 11 años diagnosticado con TDAH. Mi propósito es contribuir para que se deshagan las creencias limitantes sobre este trastorno, que se quite el sesgo negativo y se enaltezcan las habilidades y virtudes de sus portadores».
Beatriz también les aconsejó lo siguiente, a los padres, educadores, profesionales de la salud y a todos los interesados en el tema: «Entiendan el asunto para poder ayudarlos y cuidarlos, y para que tengan una buena autoestima. De esta manera, se volverán personas social y profesionalmente exitosas, creativas y productivas. Usen el poder de la oración, la presencia del Altísimo, y vivan lo sobrenatural».
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