Alguien me dijo: «En el peor momento de mi vida, nadie se preocupó por mí. Fui abandonada por mi novio, había perdido mi trabajo y las personas más cercanas, todas, se pusieron contra mí, me dieron la espalda. Nadie de la iglesia parece haberse preocupado por mi dolor, por mí. Eso me molestó mucho y decidí salir de la iglesia».
Pocos entienden, pero la palmada en la espalda no siempre ayuda.
Si nadie nos busca en el momento de dolor, sepa que es lo mejor que nos puede pasar. Sin embargo, muchos se ponen tristes cuando no los tratan como les gustaría; piensan que están desamparados, pero hay momentos que nadie puede ayudarlos.
Nadie entrará al cielo agarrado del brazo con otra persona. Cuando estemos delante de Dios, no será con el pastor, con los amigos o con nuestros padres al lado. La Salvación es individual y creo que Dios nos prepara para esta ocasión. Por eso, Él permite que sintamos en esta vida lo que es no poder contar con nadie, a no ser con Él. Por cierto, cuando no tenemos con quién contar es que aprendemos a depender de Dios. Estos momentos, a pesar de ser difíciles, son los mejores para crear una alianza con Él, una alianza que nunca olvidaremos. Cuando clamamos a Dios, Él está con nosotros, como ninguna otra persona. Nunca más sentiremos falta de la ayuda de nadie.
El propio Señor Jesús se sintió abandonado en la cruz: «… Dios Mío, Dios Mío, ¿por qué Me has desamparado?», Mateo 27:46. El Padre volteó el rostro y no pudo mirar a Su Hijo para que sintiera el abandono y pudiera tomar sobre Sí nuestros dolores. Cuando usted Le dice a Dios que lo desampararon, Jesús entiende perfectamente lo que usted está pasando.
En Salmos 77:2, está escrito: «Al Señor busqué en el día de mi angustia; alzaba a Él mis manos de noche, sin descanso; mi alma rehusaba consuelo». En el momento de la angustia el salmista se derramó delante de Dios, y es eso lo que usted debe hacer.
Cuando enfrentamos problemas, pensamos que el mundo debe detenerse y pensar únicamente en nosotros. No obstante, usted no sabe las luchas que los demás pasan. Tal vez, ellos también están esperando una palabra amiga de su parte y usted no se las está dando.
Dios nos lleva al desierto para que aprendamos a vivir de manera sin igual y en Su dependencia. Eso nos hace fuertes e independientes de la compasión y nos prepara para el día en el que estemos delante del Trono del Juicio. Esté abierto a lo que Dios quiere, perdone a los demás y pídale perdón a Dios por su inmadurez. Ore por las personas y crezca.
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