Muchas personas piensan que ya hicieron todo lo que debían cuando se trata de fe: recibieron el Espíritu Santo, están en sintonía con la voluntad de Dios y el Señor Jesús es su Salvador. Piensan que, de esta manera, ya tienen la seguridad de tener un lugar garantizado en la Habitación Eterna al lado de Él. Pero ¿será que es así?
El que piensa de esta manera se olvida de que todos tenemos la misión de llevar a otras almas hasta el Altísimo, y no solo la nuestra. ¿Cuántas veces, la vida de un verdadero cristiano puede inspirar a otras personas a querer esa visible concordancia con la voluntad Divina y la tranquilidad que esto genera?
Sin embargo, muchas personas “se estancan” en la fe, piensan que ya hicieron todo lo que debían y empiezan a llevar la vida en piloto automático.
Una cuestión antigua
Josué, el sucesor de Moisés, en el liderazgo del pueblo hebreo por el desierto rumbo a la tierra prometida, también era el líder en la conquista de esta. No era suficiente llegar solamente, los hebreos tenían que arremangarse y ocupar aquel lugar, muchas veces usando armas y luchando por eso.
Ellos debían confiar en la Promesa del Altísimo de que lo lograrían, pero vacilaron en la fe y por eso, no ocuparon todas las regiones que debían.
Un día, Dios cuestionó eso: “Siendo Josué ya viejo, entrado en años, el Señor le dijo: Tú eres ya viejo, de edad avanzada, y queda aún mucha tierra por poseer.” Josué 13:1
Sí, Canaán aún no era totalmente de Israel. El pueblo elegido ya tenía garantizada la posesión del territorio, de la victoria, pero no se movía y la obra estaba incompleta. De la misma manera, hoy en día, muchos se conforman y dejan que el tiempo pase, piensan que lo que hicieron hasta ahora está bien y que ya fue suficiente. Este es un gran engaño.
El líder hebreo, al haber sido despertado por Dios de ese conformismo, cuestionó al pueblo: “Y Josué dijo a los hijos de Israel: ¿Hasta cuándo seréis negligentes para venir a poseer la tierra que os ha dado el Señor el Dios de vuestros padres?” Josué 18:3
El obispo Edir Macedo, en una de las reuniones que realizó, hizo la misma pregunta: “Al preguntar ¿hasta cuándo seréis negligentes?, Josué sacudió a aquella generación que se había conformado con las conquistas iniciales”.
El obispo Macedo cuestiona lo siguiente en los días actuales: “la pregunta de Josué moviliza también a los que están dormidos espiritualmente, es decir, a los que empiezan proyectos y desisten, a los que son relajados en el trabajo, a los que dejan para después sus obligaciones o a los que se conforman con lo mínimo para no tener que trabajar. La fe nos propone un camino para la concretización de nuestros sueños; y si nos detenemos, incluso, aunque estemos muy cerca de la recta final, fracasaremos”.
Pero ¿cómo no caer en esa trampa espiritual? ¿Cómo no estancarse, principalmente cuando todo en la vida parece haberse realizado, y que el siguiente paso es entrar en la eternidad?
La respuesta es: enfocarse en lo que aún debe ser hecho. La misión aún no terminó. El obispo Macedo trae de nuevo, a los días de hoy, el ejemplo de otro hijo ilustre de Dios: “¿Cuál era el gran deseo de Abraham? Él ya era rico, tenía todo, sin embargo, no tenía un hijo varón. Ese heredero también era alguien que generaría otras tribus. Ese hombre, en realidad, representaba a las almas que ganamos hoy en día”.
Así, el obispo Macedo habla, finalmente, sobre el conformismo. “El mayor sueño de Dios es que ganemos almas. Creo que es mejor ganar un alma para Jesús que quedarme el resto de la vida de rodillas adorándolo, porque eso lo podremos hacer cuando estemos con Él. Pero, en la Tierra, me siento en la obligación de ganar por lo menos un alma más, pues esta no solo será libre del sufrimiento eterno, sino que será una persona más que adorará a Dios.”
Usted es único
Incluso, a pesar de que saben eso, algunas personas aún se cuestionan y no se ven a la altura de compararse con los grandes personajes bíblicos como Josué y Abraham (y se olvidan de que son sus descendientes y los que darán continuidad a la obra que hicieron en la Tierra). “Usted es único y Dios lo llamó. Tal vez, no se vea en condiciones de generar una nación, pero el Altísimo llamó a Abraham cuando él tampoco tenía condiciones. Hoy, nosotros somos el fruto de la fe, la obediencia y la perseverancia de Abraham. Si usted gana un alma, esta podría hacer la diferencia. Se multiplicará”, aclara el obispo.
Él incluso enfatiza: “sí, el sueño de Dios es que usted se multiplique”. Y advierte sobre un peligro muy grande: “en los días actuales, las personas valoran más al dinero que a Dios. Eso sucede porque el dinero se puede ver. Usted adquiere las cosas que su corazón quiere, pero a Dios no se lo ve, porque es Espíritu. Por eso, el diablo usa el brillo del oro para ilusionar la vista de los que solo ven el día de hoy. Muchos han perdido la visión de ganar almas”.
Así como hay riquezas materiales que llenan los ojos, también hay “trampas” del placer carnal, de los vicios e incluso de la idolatría a las cosas saludables y buenas que terminan ocupando el lugar de Dios en la vida de las personas. Cuando el objetivo de alguien son las bendiciones y no Dios, esa persona también tiene su fe arruinada. Piensa que ya hizo demasiado cuando, en realidad, todavía hay mucho por hacer.
Tan importante como saber si su alma está en el camino de la Salvación es saber que otras personas también serán salvas. Nunca es tarde para esa multiplicación. En el momento correcto, el Señor Jesús lo llamará. Confíe en Él y siga su trabajo.