Un policía federal va a una finca y le dice al dueño, un viejo granjero:
– Necesito inspeccionar su finca. Hay una denuncia por plantación ilegal de marihuana.
El granjero le dice:
– Está bien, pero no vaya a aquel campo de allá.
Y señala hacia una determinada área.
El oficial indignado de la vida impone su autoridad:
– ¿Usted sabe que tengo el poder que me otorga el gobierno federal?
Y saca del bolsillo una credencial que le muestra al granjero:
– Esta credencial me da la autoridad para ir a donde yo quiera…. y entrar en cualquier propiedad. No necesito pedir ni responder ninguna pregunta. ¿Está claro? ¿Me hice entender?
El granjero educadamente pide disculpas y vuelve a lo que estaba haciendo.
Minutos después, el granjero escucha un griterío y ve al oficial del gobierno federal corriendo para salvar su vida perseguido por Santa Gertrudis, el toro más grande de la finca.
El granjero deja caer sus herramientas, corre hacia la cerca y grita:
– ? “¡La credencial, muestre la credencial! ?
¡Lamentablemente así será con muchos en el Gran Día del Señor!
La credencial (título) de un oficial de la iglesia, la carta de bautismo, o los más altos cargos de la sociedad no servirán de nada si no hubo obediencia y arrepentimiento antes del Juicio.
¿Sabe lo que es la credencial? Son los títulos. Hay gente que es muy agrandada, Dios la escoge para servir a las personas y, en vez de agradecer el privilegio de servilo, vive agrandándose.
Esto es algo para pensar, el granjero quiso ayudarlo a salvar su vida, pero el orgullo y la prepotencia no dejan pensar.
Cuando la persona esté delante del Trono de Dios, Él la va a juzgar por sus obras, por lo que hizo, sea pastor, obrero o lo que sea.
Esto es para que reflexionemos sobre el poder de la arrogancia y sepamos que el título no va a salvar la vida de nadie.
¡Cuidado con Gertrudis!, que representa al orgullo y a la omnipotencia.
La base bíblica de este mensaje está en Mateo 7:21-23:
“No todo el que Me dice: «Señor, Señor», entrará en el Reino de los Cielos, sino el que hace la voluntad de Mi Padre que está en los cielos. Muchos Me dirán en aquel día: «Señor, Señor, ¿no profetizamos en Tu Nombre, y en Tu Nombre echamos fuera demonios, y en Tu Nombre hicimos muchos milagros?». Y entonces les declararé: «Jamás os conocí; apartaos de Mí, los que practicáis la iniquidad»”.
Jesús habló de la voluntad del Padre porque el que es hijo hace la voluntad de su Padre.
La humildad precede a la honra. Dios ama a los humildes y no Le agradan los soberbios.
Jesús está volviendo, ¡y en el Gran Juicio las credenciales no van a servir para nada!
Busque al Espíritu Santo, para que cuando Lo reciba usted pase a ser un hijo de Dios. Aproveche esta oportunidad de oro.
Y recuerde: ¡Cuidado con Gertrudis!
Piense en eso.
Dios le bendiga.