Hijo de Dios es el que vive para el Padre, no para sí mismo.
“Por eso Me ama el Padre, porque Yo doy Mi vida para tomarla de nuevo. Nadie Me la quita, sino que Yo la doy de Mi propia voluntad…” Juan 10:17-18.
El Señor Jesús es nuestro ejemplo de Hijo de Dios. En Él tenemos el modelo de cómo debe ser el verdadero hijo de Dios. Cuando Él anduvo en la Tierra, todo Su sacrificio, vida ejemplar y obediencia fueron voluntarios, no obligatorios.
Claro, al hijo no se le hace pesado lo que hace por su padre, sino que lo hace con placer. Al hijo le agrada honrar a su padre. Y cuando un hijo tiene un problema, el primero en estar a su disposición es su padre, y viceversa.
Y por eso, el Padre también Le dio la vida de vuelta al Hijo (resucitándolo); Le dio un Nombre por encima de todo nombre… Le dio literalmente TODO: “Todo lo que tiene el Padre es Mío…”
(Juan 16:15).
Cuando Felipe se acercó a Jesús y Le dijo: “’Señor, muéstranos al Padre, y nos basta’. Jesús le dijo: ‘¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no Me has conocido, Felipe? El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre; ¿cómo, pues, dices tú: ‘Muéstranos al Padre’?”
(Juan 14:8-9).
Quien ve al Hijo ve al Padre.
¿Usted ve a Dios en alguien que anda con mentiras o trampas? No. Usted Lo ve en alguien honesto, sin vueltas, cuya palabra es sí o no, en alguien con carácter, ¡a través de esa persona usted sí ve a Dios!
Las personas persiguen las bendiciones, pero si usted es hijo de Dios es heredero y todo lo que es de su Padre le pertenece, así como todo lo que es de usted Le pertenece a Él, es algo recíproco.
El hijo de Dios está sellado con el Espíritu Santo y no depende de nada ni de nadie. No es chupamedias, no ayuda a nadie esperando algo a cambio. El hijo de Dios solo agrada a Dios, su Padre.
El hijo de Dios no depende del gobierno, del pastor, del hombre, de la política, solo depende del Altísimo que es Quien suple todas sus necesidades.
Esta es la razón por la que muchos aún no se han convertido en hijos de Dios. No Le entregaron todo de sí mismos a Él.
Y es aún peor cuando consideramos lo que muchos ya le han entregado al diablo, pero no a Dios. “Sacrificaron a los demonios, y no a Dios…” (Deuteronomio 32:17).
Las personas que no son hijas de Dios sacrifican todo a los demonios y no a Dios.
Ya les ofrecieron el cuerpo a los demonios, pero no a Dios.
Ya les ofrecieron la mente a los demonios, pero no a Dios.
Ofrecieron tiempo, obediencia, dinero, arriesgaron la vida, la reputación… Pero nada de eso lo hicieron para Dios.
Lo que Dios hizo con el Señor Jesús muestra cómo Dios trabaja con Sus hijos: Él quiere la entrega total de ellos, pero les devuelve todo y mucho más.
Hijo de Dios es el que vive para el Padre, no para sí mismo.
DECISIÓN: Vivir para el Padre y hacer más para Él de lo que ya se ha hecho para sí mismo y para el diablo.
Usted puede tomar la decisión y decirle que desde hoy va a sacrificar para Él y no para el diablo. Para el diablo la gente hace de todo, pero, cuando es para Dios, vienen las críticas de los que no nacieron de Dios.
Si usted nace de Dios sus ojos serán buenos y su vida será una bendición.
Aproveche, recuerde cómo trabaja Dios con Sus hijos: Él quiere la entrega total de ellos, pero les devuelve todo y mucho más. Es el todo de nosotros por el TODO de Dios. ¿Y cuándo Le daremos a Dios más de lo que Él nos da? ¡Nunca!
El sacrificio en el Altar debe ser completo, ¡y usted bajará con el sello de hijo de Dios! Todos tienen la oportunidad.
No termine el año sin ser un hijo de Dios y, venga lo que venga, crisis, pandemia o lo que sea, a usted no llegará, porque el Espíritu Santo cuidará su vida.
Dios cuida a Sus hijos.
Piense en eso.
Dios le bendiga.