Soledad Soto sufrió desde su infancia, pero encontró una nueva vida en la Universal: “Mi papá tomaba mucho, era una vida horrible. Estaba tan mal que a los 11 años, fue la primera vez que quise matarme”.
Durante su adolescencia, Soledad intentó ser feliz, pero su vida era cada vez más difícil: “Conocí un hombre, quedé embarazada y me dejó.
Estaba desesperada porque no tenía ni para darle de comer a mi hija y ella empezó a tener problemas de desnutrición. Entonces yo pensaba `me mato y mato a la nena, pongo un cartel para que no entre nadie´. Pero después reaccionaba cuando veía a la nena.
Mi mamá ya estaba en la Universal, se había sanado de cáncer y, aun así, yo no creía. Yo me junté con mi actual pareja y me fui a vivir con mi suegro, éramos 20 personas viviendo en una pieza de 4×4. Toqué fondo mucho después, cuando mi hija comenzó con vómitos, diarrea y nadie podía ayudarla.
Fue en ese momento que decidí probar ir a la Universal, lo primero que noté fue un alivio. Pude perdonar, ahora nosotros tenemos casa, conquistamos la cuarta moto 0km y mi esposo está trabajando, Dios restauró todo en mi vida”.
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