Es recomendable que las personas primero proyecten lo que quieren ejecutar, antes de ponerlo en práctica. Esto vale para todo: el matrimonio, la familia, el trabajo, entre otros. Si una tarea profesional debe realizarse en determinado tiempo, proyectarla puede optimizarla. Si un matrimonio pretende emprender, nuevamente, la preparación cuidadosa puede volver posible ese sueño. Si la familia quiere viajar en vacaciones, también es la evaluación previa y la preparación para asumir gastos en la estadía, con la contemplación y la anticipación de posibles problemas durante el viaje, lo que cuenta para que no haya errores.
Por eso, muchos tienen la costumbre de escribir en un papel, de manera minuciosa, lo que quieren hacer. Montan proyectos detallados, con costos y etapas que deben vencer; además, evalúan los pros y los contras, hasta alcanzar sus objetivos. Hay personas que logran organizarse mentalmente y no tienen necesidad de enumerar lo que quieren hacer, pero son excepciones. La verdad es que la mayoría de las personas no se proyecta. Hay quienes juzgan a los que tienen la capacidad mental de guardar todo lo que proyectaron en la mente, pero, en algún momento, olvidaron aspectos importantes para que todo saliera bien y fracasaron en el intento.
Cuando hablamos de esas posturas, no podemos dejar de citar a quien proyecta sin finalidad ética y adopta posturas cuestionables que van en contra de la conducta cristiana. Por ejemplo, hay personas que proyectan derrumbar al jefe, porque quieren asumir su lugar; también hay hombres casados que proyectan tener una relación extraconyugal sin que la esposa o la amante sospechen de la existencia de la otra. Son meticulosos al momento de establecer fechas, lugares y horarios para estar con ellas sin que se crucen. Piense bien: es algo que no tiene lógica, porque esas personas se preparan deliberadamente para equivocarse, cuando el objetivo de proyectar es que esto no suceda.
El hombre inteligente se organiza para beneficiarse, no para escapar ileso de sus errores. Él alía su proyecto con la conducta ética, sin inmiscuirse en corrupciones o relaciones oscuras que manchen su moral, manteniéndola siempre absuelta. Tampoco pierde tiempo proyectando cosas superfluas, porque tiene objetivos claros y constructivos para sí mismo y su familia. Por eso, siempre evalúa su conducta, para verificar si está en el camino adecuado. A veces, adecuarse o cambiar de camino será necesario. Usted puede proyectar ver un partido de fútbol, que hasta es algo saludable, pero ese no puede ser el objetivo principal de su vida.
Si tiene que elegir entre proyectar comprar unas zapatillas o guardar dinero para pagar sus cuentas, queda bien claro cuál es la correcta: la elección que prioriza a su familia, no su vanidad.
No nos olvidemos de que el hombre que usa su inteligencia correctamente también hace proyectos espirituales. Él se prepara para acercarse a Dios y buscar la Salvación, a fin de cuentas, esto no sucede por casualidad. Se trata de un proyecto que se ejecuta para que dure toda la eternidad, pero que exige preparación y continua disciplina para cumplirse. Piense en esto y proyecte los aspectos de su vida haciendo una alianza con el Espíritu Santo.
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