Karina nunca se imaginó que luchar por su familia sería tan difícil: “Cuando yo llegué a la iglesia tenía muchos problemas. Fui víctima de un abuso, después de eso empecé con problemas de depresión, anorexia, bulimia y fumaba cinco paquetes de cigarrillos por día. Además, mi hermano quería matar a toda la familia, mi vida era un infierno.
En la Universal, empecé a luchar por mi liberación y por mi salud. Entonces, mi familia se me puso en contra. Ellos me maltrataban, me pegaban y a veces, me quedaba en la calle”, recuerda ella. Karina vivió así durante dos años, pero ella, siguió luchando: “Decidí hacer un pacto con Dios y al día siguiente, tuve la respuesta, mi hermano me preguntó si ese día habían reuniones porque quería ir a la iglesia”.
De a poco la familia de Karina fue llegando y fueron liberados, sanados y tuvieron un encuentro con Dios. Hoy están unidos, se terminaron los golpes y el maltrato porque Dios transformó sus vidas por completo.
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