¿Por qué tantos hombres caen en el desequilibrio que sabotea su existencia?
Una investigación de la plataforma para la gestión de personas Pulses muestra que el 75 % de los hombres se sienten agotados profesionalmente, mientras que el 46 % no tienen disposición de trabajar por la acumulación de estrés y rutinas desgastantes.
Esto también sucede por la falta de comunión con Dios. La Biblia deja claro que Él «… da esfuerzo al cansado, y multiplica las fuerzas al que no tiene ningunas. Los muchachos se fatigan y se cansan, los jóvenes flaquean y caen; pero los que esperan al Señor tendrán nuevas fuerzas; levantarán alas como las águilas; correrán, y no se cansarán; caminarán, y no se fatigarán», Isaías 40:29-31.
No es cosa de cristiano, es un hecho, quien está revestido por el Espíritu Santo puede contar con la sabiduría de Dios, que difícilmente le deja cometer el error de sobrecargarse. El hombre inteligente considera cuidar su vida como un todo, alma, espíritu y cuerpo, y, consecuentemente, no se sobrecarga insalubremente.
La Biblia es clara en el texto mencionado anteriormente: depender de Dios, no solo de la fuerza humana, elimina el estrés y la ansiedad, además de darle al hombre la disciplina necesaria para cuidar su salud y su familia, no solo su trabajo, como muchos hacen y, por eso, se han enfermado.
No es casualidad que el estrés se considere uno de los mayores responsables de muertes en el mundo, porque este les abre las puertas a las enfermedades oportunistas, que se adueñan del organismo cansado, con baja inmunidad, y hacen fiesta. Además, un hombre agotado no tiene paciencia, se irrita con facilidad, no tiene ánimo de nada y todo eso sabotea sus relaciones personales. ¿Quién nunca vio a alguien descargar su frustración del día en su esposa, o en sus hijos?
Ahí reside la oportunidad del diablo. La brecha que el estrés abre no es pequeña, es prácticamente una invitación para que el maligno haga estragos en su vida. Cuidar la salud física y mental también es una actitud que contribuye a la salud espiritual, un escudo para defenderse cuando las dificultades de cualquiera de estos tres tipos aparecen, las cuales surgen para todos, fuertes o débiles.
La diferencia es que el hombre bien estructurado física, mental y espiritualmente es una barrera contra las enfermedades, las molestias, la ansiedad, las frustraciones, las tentaciones y los errores tontos.
Claro que, por más fuertes que seamos, todos tenemos momentos de menor resistencia. Nadie es Superman, imbatible, infalible e inmune a todo. Trabajar hace bien, pero también cansa más de lo razonable si superamos la dosis. Lo ideal es saber descansar y, al mismo tiempo, no relajarse en el aspecto espiritual ni en la salud.
Dios es la mayor fuente de fuerza del universo, por eso, es inteligente buscarla en Él en los momentos difíciles. No es vergonzoso sentirse débil de vez en cuando, porque preocuparse tiene un precio.
Vergonzoso es no admitir que necesita ayuda y pensar que Le está «dando trabajo» a Dios al pedírsela a través de Su Espíritu, ya revestido de fuerza para el que necesita y Lo acepta.
¿Quiere tener equilibrio en su vida? El primer paso es querer y buscar con ahínco al Espíritu de Dios, fuente de la verdadera armonía, incluso en medio del caos. Grandes hombres, en la Biblia o no, ya probaron esto en sus propias vidas.