Deolinda: «Conocí la Iglesia Universal gracias a la invitación de una amiga. En ese entonces me sentía triste y estaba separándome de mi pareja. Había vivido diez años de sufrimiento y el último fue de violencia física.
Cuando comencé a participar de las reuniones, empecé a sentirme bien, podía dormir por las noches. Ya no estaba nerviosa, sino que sentía paz.
Fui a la iglesia durante dos años y después me alejé. En ese transcurso, conocí a una persona y, luego, nació mi hija. Pensé que las cosas iban a ser diferentes, pero atravesé sufrimientos y engaños.
Caí en depresión, sentía angustia y no veía la salida. Incluso, tuve deseos de matarme.
Tenía problemas económicos y llegué a no tener para comprarle la leche a mi hija.
En medio de esa situación, pensaba en volver a la iglesia, pero no podía llegar, no me animaba a entrar. El tiempo que estuve apartada fue muy doloroso.
Un día, mientras dormía, sentía como que en mi casa había alguien que me estaba mirando. Entonces, decidí volver a la iglesia y, después de participar de la reunión, pude dormir bien, sentí paz.
Empecé a asistir los viernes y los domingos, y así pude vencer las dificultades. Perseverando, conseguí un trabajo mejor, estoy bien económicamente y a mi hija no le falta nada.
Lo más importante fue recibir el Espíritu Santo y dejar mi pasado atrás. Con Dios puedo vencer todos los obstáculos. Le agradezco por haber conocido la Iglesia Universal y por haberme transformado».
Ella asiste a la Iglesia Universal ubicada en Cayetano Bourdet 2646, Garín.