Muchas personas descuidaron lo que es Santo y, debido a eso, incluso tienen su vida destruida. Si reconocés que tuviste esta actitud, es momento de revisar tus conceptos, y para tu propio bien
Cada persona es única y su personalidad está llena de matices, pero hay algo que a todos les gusta: el respeto. Es gratificante llegar a un lugar y ser bien recibido y tratado con consideración por quienes están allí. Las actitudes de respeto nos hacen sentir valorados y, de cierta forma, importantes. Por otro lado, la falta de respeto puede generar incomodidad, inseguridad e incluso distanciamiento. Si nosotros, seres humanos imperfectos, apreciamos el respeto, ¡imaginate Dios!
Aun en Su inmensa grandeza, Dios Se preocupa por cada uno de nosotros y lo demostró cuando envió a Su Hijo Unigénito con una única misión: salvarnos. El Señor Jesús nos enseñó y nos exhortó mientras estuvo en este mundo, pero, sobre todo, Se entregó en la cruz para que el ser humano pudiera tener una vida verdaderamente libre de las ataduras del mal. Sin embargo, muchos despreciaron ese alto precio que Él pagó, no porque no creyeran, sino porque se contaminaron con la visión del mundo y perdieron el temor de lo que proviene de Dios.
Satanás trabajó intensamente para que las personas pierdan la conciencia de lo que es Sagrado, de lo que es valorado por el Creador. Esto se debe a que la falta de respeto hacia lo que es santo aleja al ser humano de Dios y, una vez distante del Creador, los planes Divinos no se cumplen y el sufrimiento le sobreviene.
Contrariamente a lo que muchos pueden imaginar, las cosas sagradas no se componen solo de objetos, sino que incluyen actitudes, comportamientos e incluso instituciones, como la familia, tal como lo describen las Sagradas Escrituras. El diablo trabaja para normalizar todo, banalizar y poner todo en un plano común, mientras que nosotros vemos en la Palabra de Dios que el Creador trabaja para diferenciar y para separar las cosas. Cuando creó el mundo, hizo una separación entre la luz y las tinieblas, entre el agua y la tierra. Fue separando las cosas porque la separación significa orden, disciplina, autoridad y obediencia. El Reino de Dios es un reino de disciplina, y es imposible tener orden sin considerar ciertas cosas sagradas.
Lo Sagrado para Dios
En el día a día es muy común escuchar la expresión: “Esto para mí es sagrado”, que en el sentido coloquial transmite la idea de algo a lo que una persona no renuncia. Con respecto al ámbito espiritual no es diferente: lo Sagrado es esencial, no puede faltar en la vida de una persona y, por lo tanto, merece toda atención y respeto. En una lista de lo que es considerado Sagrado (ver en la pirámide anterior) basada en la Biblia, el primer lugar lo ocupa Dios, el Creador:
“… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente” Mateo 22:37
A continuación, está el Espíritu Santo, que habita en los que Lo buscan, actuando como Consolador y auxiliando, incluso, en la Salvación, porque el Espíritu Santo no es común, no es cualquier espíritu, sino que es el Espíritu de Dios. Sin embargo, a pesar de ser una necesidad, muchas personas se conformaron y contentaron solo con escuchar hablar de Él y nunca vivieron la experiencia de recibirlo en su ser. Es como si no vieran el honor que es llevar dentro de sí ese tesoro.
Nosotros también tenemos la Palabra de Dios que es Santa, Sagrada. Repleta de enseñanzas, la Biblia Sagrada contiene los pensamientos de Dios. Es a través de ella que el ser humano puede recibir la dirección Divina para su vida, la exhortación para cambiar y conocer el estándar de excelencia que Dios estableció para los que Lo sirven. En varios versículos, se puede encontrar la orientación para que se guarden los mandamientos de Dios, y no se trata solo de los Diez Mandamientos, sino de todo lo que Dios le orientó a Su pueblo, ya que la Palabra sustenta el alma, como está descrito:
“… el hombre no solo vive de pan, sino que vive de todo lo que procede de la boca del Señor” Deuteronomio 8:3
También podemos destacar la santidad del nombre de Jesús, que está por encima de cualquier nombre y recibió autoridad. Para dar la dimensión del poder de Su nombre, el mismo Señor Jesús afirmó:
“… En verdad, en verdad os digo: si pedís algo al Padre, os lo dará en Mi nombre” Juan 16:23
y en otro pasaje Dios nos orienta a no usar Su nombre en vano. Sin embargo, el mundo distorsionó esta visión usando, por ejemplo, el nombre de Dios en bromas e insultos.
Incluso la vida, que es considerada sagrada para el Creador, perdió su valor para la sociedad. Mientras algunos luchan contra una enfermedad para vivir, otros le ponen fin, y en algunos países reciben el derecho de hacerlo con ayuda de la medicina. Sin mencionar los innumerables casos de violencia que vemos constantemente.
Y hablando de relaciones familiares, el ideal de un hogar está cada vez más deformado, empezando por el desprecio al matrimonio. Hay una corriente en el mundo que les enseña a las personas que el matrimonio para toda la vida no es posible. Es el mundo del egoísmo, que forma parte de ese trabajo del mal para eliminar de la mente de las personas todo lo que es Sagrado. En la práctica, la desestructuración familiar afecta el desarrollo de los hijos, lo que toca otro comportamiento considerado Sagrado por Dios: el de honrar a los padres, que es cada vez menos común, a la par de la falta de respeto.
Además, en la lista de elementos Sagrados está el Altar. El Altar existió antes de la iglesia. Es el lugar donde se invoca a Dios. Es un punto de referencia para Dios. Sin embargo, en la actualidad, muchas iglesias convirtieron el Altar en un escenario para presentaciones. Incluso se infiltró en la iglesia ese espíritu, esa falta de respeto por lo Sagrado. Lo mismo ocurre con las ofrendas y las primicias, cuyo entendimiento se contaminó por la malicia. Las ofrendas y las primicias son sagradas porque representan la vida de la persona y al propio Dios, ya que la mejor ofrenda –Jesús– fue entregada en la cruz. Cuando das tus ofrendas y devolvés tus primicias, Le estás entregando una parte de tu vida, del sudor de tu rostro, de tu trabajo, de tu sangre a Dios.
Y, por último, podemos mencionar la iglesia como algo Sagrado para Dios, que perdió valor ante la mirada de las personas, pero que sigue siendo la principal puerta de entrada para los que desean conocer a Dios, aprender sobre Él y entender el plan de la Salvación.
Un solo propósito
Los elementos descritos anteriormente son individuales, pero están interrelacionados y todos señalan hacia un mismo punto: Dios. La palabra “sagrado” significa separado para un propósito Divino, y todo lo que mencionamos tiene un propósito Divino: el matrimonio, la familia, el Altar, la iglesia, las ofrendas y las primicias. Todo tiene un propósito Divino que es servir a Dios. En este sentido, el trabajo de Satanás es distorsionar estos valores para evitar que las personas se acerquen a Dios.
En la práctica, sin acudir a la iglesia, las personas no entienden el valor de las ofrendas, de las primicias y del Altar. Comienzan a desvalorizar el matrimonio, la familia e incluso su propia vida, con facilidad, así como el nombre de Jesús, la Palabra de Dios y el Espíritu Santo. De esta manera, el mal hizo que todo lo que es Sagrado parezca anticuado y obsoleto. Pero, en realidad, todo el esfuerzo del diablo tiene el único objetivo de impedir que las personas alcancen el Reino de los Cielos.
Hay una estrategia del mal para borrar de la mente de las personas todo lo que respecta a la Salvación, porque, si nada fuera Sagrado, Dios no existiría. Por eso, muchos sufrieron en su salud, en su vida amorosa, en el área económica y en tantas otras, porque están siendo influenciados por esta corriente de pensamiento. Sin embargo, este es el momento de recuperar la conciencia de los valores Sagrados.
Revisando los conceptos
No es de hoy que el hombre tocó lo Sagrado. De hecho, fue precisamente eso lo que sacó a Adán y a Eva del jardín del Edén. A pesar de vivir en el paraíso y en la más perfecta armonía, por más poder que tuvieran sobre los animales y todo lo que existía en ese lugar, tocaron lo único que pertenecía a Dios: el árbol del conocimiento del bien y del mal. Dios le dijo al hombre: “Por favor, no toques esto”. ¿Y qué representaba ese árbol? Era el respeto que Dios quería que el hombre Le demostrara. Por haber tocado lo Sagrado, Adán y Eva perdieron el paraíso. Y es exactamente eso lo que sucede hoy, cuando se viola lo que es de Dios: el ser humano pierde el derecho a tener una vida abundante aquí y, todavía peor, en la eternidad.
En el libro de Hebreos 12:14 está escrito:
“Buscad la paz con todos y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor”. Hebreos 12:14
Y es esa santificación la que se corrompió cada vez más, tanto fuera como dentro de las iglesias. El cielo es donde habita Dios, donde prepara la morada para los que son Suyos. En el cielo, dice la Biblia, no entrará el impuro, el profano, el sucio. Solo entrará quien haya sido santificado, lavado por la Sangre del Señor Jesús, hecho santo por la fe en Jesús.
Por lo tanto, es momento de revisar conceptos, cambiar actitudes y poner verdaderamente a Dios en primer lugar. Empezá a tener respeto por las cosas que Dios designó como sagradas. Primero, tené respeto en tu interior, en tus pensamientos, en lo que decís y en tus actitudes, para empezar a tratar lo Sagrado como es y como debe ser tratado. De la misma manera que tratamos a Dios es como Él nos trata. Si tratás a Dios con temor y reverencia, Él te va a cuidar.