En este miércoles de la Semana de la Prosperidad, recibimos una bendición especial para que todas las puertas se abran, en el Templo de los Milagros.
Mi siervo Moisés ha muerto; ahora pues, levántate, cruza este Jordán, tú y todo este pueblo, a la tierra que yo les doy a los hijos de Israel. Josué 1:2
Dios es Soberano, quien tiene la última palabra es Él. Nosotros podemos tener planes, pero la última respuesta es Suya.
Cuando nos dejamos llevar por las emociones, las circunstancias y los pensamientos, nos volvemos fácilmente religiosos.
El error de muchos es, aún conociendo la Palabra, quedarse mirando lo que no fue alcanzado en tiempos pasados.
Dios echa para atrás nuestros pecados. Él nos ve como guerreros, no podemos estar llorando, lamentándonos o esperando que los demás hagan las cosas por nosotros.
La fe no es conocimiento, es una certeza íntima que nos hace actuar. Cuando esa fe se basa en la Palabra, puede venir la peor tempestad, pero no hay nada ni nadie que nos pueda derrotar.
Para disfrutar, tenemos que cumplir ciertas leyes y pagar impuestos. Con Él, es igual: para disfrutar de la protección, la Salvación, y en especial, del Reino de Dios, tenemos que obedecer Su Palabra.
Para entrar al Reino de Dios, no existen puentes, sí o sí nos vamos a tener que mojar. Sin embargo, la corriente no nos va a llevar, solo se va a llevar a nuestros pecados.
Por esta razón dice: Despierta, tú que duermes, y levántate de entre los muertos, y te alumbrará Cristo. Efesios 5:14
Tenemos que despertar, no podemos aceptar seguir siendo amargados, incompletos y tristes.
No sirve de nada poner todo en el Altar si no hay entrega verdadera y sinceridad, si no sacrificamos nuestras voluntades, planes o pensamientos.
Y ahora, ¿por qué te detienes? Levántate y bautízate, y lava tus pecados invocando su nombre». Hechos 22:16
No nos tenemos que dejar dominar por el mal, sino que quien tiene que hacerlo es Dios, a través de Su Espíritu. Él es el Único que puede perdonarnos y salvarnos.
Y Él es antes de todas las cosas, y en Él todas las cosas permanecen. Colosenses 1:17
Muchas personas fracasan porque no tienen a Dios en primer lugar. A pesar de todo lo que sufrimos, Él siempre debe estar adelante, antes que cualquier otra cosa.