Selva llegó a la Universal con una condena de muerte: “Nosotros llegamos con la vida destruida, yo tenía cáncer de ovarios. Me decían que el tumor era grande, estaba embarazada de mi hija y los médicos pensaron que ella iba a tener deformidades.”
En esa época, Sergio, esposo de Selva, perdió el trabajo y estaba deprimido. Estaba tan mal que intentó suicidarse dos veces. Ellos se pelaban constantemente y aunque buscaban ayuda, todo iba de mal en peor, hasta que conoció la Universal:
“Conocí la iglesia por una invitación, no teníamos ni para darles de comer a nuestros hijos, pero no creía. Si Dios no me curaba, me moría y en la primera oración fui curada de cáncer, me quedaban seis meses de vida. Con el tiempo, mis hijos salieron de las drogas y fuimos bendecidos en todos los aspectos”, finaliza Selva.
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