Los problemas de Yamila comenzaron por ser una víctima sistemática de abuso: “Desde los 8 hasta los 13 años fui abusada por un familiar. Al principio, les tenía miedo a los hombres, después odio, me daban asco”, comenta.
La familia de Yamila no sabía lo que ella estaba pasando, porque también tenía su propio conflicto: “En mi casa todo generaba peleas. Ya no aguantaba lo que me estaba pasando y pensé en matarme. Estaba todo el día en la calle, hacía de todo para que a mis amigos no les faltara cigarrillos y alcohol.
Llegué al límite cuando me detectaron una insuficiencia respiratoria en uno de los pulmones y una obstrucción en los intestinos. Los médicos me dijeron que si no me operaba podía morir y que si salía de la operación iba a ser en sillas de ruedas.
Mi mamá insistía invitándome a la Iglesia, hasta llegué. La liberación no fue fácil. Me hice los estudios y me dijeron que estaba curada. Pude perdonar, aunque me costó mucho. Mi familia está unida, podemos salir juntos, estoy feliz”.
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