Domingo de revelación en el Templo de los Milagros, donde aprendimos la 5° Bienaventuranza e hicimos prueba de la Palabra de Dios comprobando así que Él es Grande y se cumple lo que está escrito.
Si obedecemos lo que está escrito, ya sea mereciéndolo o no, estamos probando que nuestra fe no es verbal, mental o religiosa, sino que es pura y verdadera.
Probad y ved que el Señor es bueno. ¡Cuán bienaventurado es el hombre que en Él se refugia! Salmos 34:8
Quien prueba su fe, prueba la Palabra de Dios. Podemos estar hundiéndonos, pero Él siempre extenderá Su mano para socorrernos.
Sea quitada de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritos, maledicencia, así como toda malicia. Efesios 4:31
Es común tener momentos de ira, pero eso no nos da derecho a insultar o maldecir. Uno de los frutos del Espíritu Santo es el dominio propio.
Bienaventurados los misericordiosos, pues ellos recibirán misericordia. Mateo 5:7
Para aquellos que sepultaron su pasado en las aguas, es fácil ser misericordioso. Esas personas entienden lo que es ser hipócrita, mentiroso y amargado porque un día ya pasaron por eso y lo vencieron.
Una felicidad permanente demanda de nosotros una gran misericordia. Aunque no podemos aceptar abusos y malos tratos, debemos ser misericordiosos con todos.
Cuando elegimos ser misericordiosos, estamos eligiendo ser blindados y protegidos por Dios contra los espíritus malignos y engañadores.
Pero el Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, prestando atención a espíritus engañadores y a doctrinas de demonios, 2 mediante la hipocresía de mentirosos que tienen cauterizada la conciencia; 1 Timoteo 4:1-2
En los últimos tiempos, muchas personas que vienen a la iglesia se van a volver enemigas de la fe y no van a aguantar más vivir una vida de hipocresía.
La fe nos vuelve personas equilibradas, justas y centradas, y eso es gracias a la alegría de la salvación.
Hablar es una cosa, pero la vida y el carácter que llevamos revelan de quiénes somos hijos realmente.
No podemos servir ni creer en Dios a nuestra manera: esas son doctrinas de demonios. Debemos hacerlo tal como está en las Escrituras Sagradas.
Todo hipócrita tiene algo en común: miente y engaña. El Espíritu Santo siempre nos revela la verdad para que no caigamos en la palabra engañadora proveniente de engañadores.