Una de las cosas más tristes cuando un matrimonio llega al fin es que la pareja solo reconoce el valor que tenía cuando ya es demasiado tarde. Después de firmar el divorcio, dividir los bienes, los muebles, la tenencia de los niños, las mascotas, e ir a vivir en casas separadas es que les cae la ficha sobre lo mucho que dejaron atrás cuando desistieron del matrimonio. Y el sentimiento es inevitable: “Podríamos haberlo intentado un poco más.”
Claro que no todo divorcio termina así, y algunos son verdaderos libramientos.
Pero la gran mayoría de los llamados”matrimonios que ya no tienen arreglo” son posibles de restaurar.
Pero para realizar lo que nunca consiguió es necesario intentar lo que nunca intentó.
Y puede comenzar con uno delos dos miembros de la pareja – normalmente el más fuerte.
Extraído Blog Obispo Renato Cardoso
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