La situación económica de Amalia era frustrante. “Con mi esposo trabajábamos, los dos teníamos un sueldo, y el de él era muy bueno, pero el dinero no alcanzaba porque todo el tiempo surgían problemas. Se rompían cosas, el vehículo estaba siempre en el mecánico, teníamos problemas de salud y, además, mis hijas se enfermaban constantemente”, recuerda.
“Para llegar a fin de mes, teníamos que pedir prestado. Eso era muy triste y agotador, porque veíamos cómo el dinero se nos iba de las manos”, añade al describir cómo tenía que hacer su familia para subsistir.
En medio de esa situación, comenzó a asistir a la reunión de Prosperidad con Dios. Al respecto, señala: “Empecé a serle fiel a Dios, a usar mi fe y a poner mi esperanza y confianza en Él. Así fue como Él me dio dirección y comenzamos a prosperar”.
De ese modo, Amalia y su familia vieron el progreso en su vida. “El Señor nos bendijo y nos dio todo lo que siempre habíamos deseado. Tenemos nuestro propio negocio, con local propio, departamentos en alquiler y vehículos. Además, mis hijas se recibieron, las dos son profesionales. Y todo eso lo logré gracias a Dios. ¡Voy por más!”, finaliza.