Cuando reconocemos que el Altar representa al Propio Dios ya no ignoramos al Altar, sino que, por lo contrario, nos acercamos con temor y reverencia para entrar en Alianza con Dios.
Es delante del Altar donde entregamos nuestra vida y hacemos una Alianza Eterna. Delante de Su Altar renovamos nuestros Votos, nuestra Alianza.
Este Domingo vamos a darles a todos los sinceros, independientemente de su clase social o religión, la Oportunidad de divorciarse del mal, a quien nunca participó en la Santa Cena o ya no participa hace muchos meses, o a quien dice que necesita divorciarse de algo malo.
La Santa Cena es para Casarse con Dios y para que los que ya están Casados renueven sus Votos con Él.
Venga vestido con algo blanco que represente pureza. A pesar de no haber perfección en nosotros, debe haber pureza. Podemos elegir qué pensamientos y sentimientos vamos a alimentar o dejar de alimentar, qué palabras vamos a decir o a dejar de decir, qué vamos a hacer o a dejar de hacer y cómo vamos a hacer las cosas.
Venga con alegría para recibir la Santa Cena, venga para un momento suyo con Dios, porque va a haber divorcio del mal y habrá casamiento con el Bien.
Cuando usted participa en la Santa Cena se está divorciando de la miseria, de los traumas, de las deudas, de las maldiciones, del desempleo, de la maldición hereditaria que viene afectando a la familia desde hace varias generaciones, por la que nunca nadie se mantuvo casado o siempre murieron de la misma enfermedad o tuvieron problemas psíquicos o espirituales…
La maldición es rota cuando participamos en la Santa Cena porque estamos Casándonos con Dios, y es imposible casarnos con Dios y con el diablo al mismo tiempo.
Es imposible que brote de la fuente agua dulce y amarga al mismo tiempo.
Es imposible sentarse a la mesa de Dios y a la mesa de los demonios.
Es imposible que el árbol produzca frutos buenos y malos.
Y la decisión no es de Dios ni de los espíritus malignos ni de los demás, es exclusivamente de cada uno.
Yo un día, cuando aún era adolescente, tomé esta decisión de casarme y participar en la Santa Cena, y nunca me arrepentí y jamás lo haré.
Si usted conoce a alguien que necesita divorciarse del mal, esta es su oportunidad, tráigalo.
Los enemigos de la fe son los que se apostatan, por no recibir el Espíritu de la Palabra, el Espíritu Santo, con el tiempo, se vuelven enemigos de la Propia Palabra de Dios, que es una profecía triste de que en los últimos tiempos habría apostasía. Se vuelven enemigos de la fe, de la Palabra de Dios.
Debemos orar por esas personas:
Oremos por ellos y por nosotros: “YO QUIERO ESTAR EN EL CENTRO DE TU VOLUNTAD, DISFRUTAR DE LA LIBERTAD QUE NADIE ME PUDO DAR”, … hay personas para las que el centro de su voluntad no eres Tú sino su propio yo, su egoísmo, su fanatismo, sus títulos que las han hecho desequilibradas, infelices, problemáticas, tristes. Visita Señor Espíritu Santo ahora a esta persona que está casada con el mal, para que esté acá el domingo con nosotros para Casarse Contigo y divorciarse de la soberbia, de la adicción, de la depresión, de la incredulidad, del nerviosismo, del trauma, del complejo, de la ansiedad, de la miseria, de la maldición hereditaria y se case Contigo participando en la Santa Cena.
Que —– diga su nombre —- llegue delante de Tu Altar y haga una Alianza Contigo y que nada ni nadie nunca más pueda apartarla de Ti. Úsame Señor. Amén”.
No se olvide, de orar por quien le persigue en su trabajo, en su empresa, usted ha sido perseguido, amenazado por personas que se dejan usar por el mal, la intención del mal es que su corazón esté sucio para que su fe no funcione como debe.
Evangelicemos y oremos por los que nos persiguen y pidamos que Dios nos Use para traer a Su Casa a los que nunca participaron en la Santa Cena o a los que hace mucho no participan, para que juntos cantemos y los escuchemos cantar: YO QUIERO ESTAR EN EL CENTRO DE TU VOLUNTAD, DISFRUTAR DE LA LIBERTAD QUE NADIE ME PUDO DAR, YO VINE AQUÍ PARA ENTREGAR TODA MI VIDA, YA NO TENGO OTRA SALIDA, HEME AQUÍ EN TU ALTAR.
“¿Se olvida una virgen de sus adornos, o una novia de su atavío? Pues Mi pueblo Me ha olvidado por innumerables días”. Jeremías 2:32
Obispo Júlio Freitas