La “esclavitud” del mundo moderno y cómo librarse de esta
Innumerables hombres viven la “esclavitud del mundo moderno”, pero aún no se dieron cuenta de esto. Están atrapados en hábitos que les quitan toda su energía y perjudican su economía, su salud y su vida en general.
Algunos ejemplos de estos hábitos adictivos y dominantes son las redes sociales, las compras con tarjeta de crédito y la pornografía. Estas adicciones controlan la mente de los hombres y, en consecuencia, su comportamiento. Y, cuanto más tiempo pasan atrapados en estas, más difícil les resulta liberarse.
Esclavitud silenciosa
Los vicios son una acción repetitiva que es perjudicial para la persona, ya sea para su salud, su bolsillo, sus emociones, su conciencia, sus relaciones o cualquier otra área de la vida. El vicio esclaviza.
Nunca empieza siendo grande
El problema principal es que, por lo general, esta situación solo se detecta cuando los problemas ya se multiplicaron. Por ejemplo: los que juegan a los bets solo se dan cuenta de su adicción cuando dejan de pagar las cuentas para apostar en la segunda división del campeonato alemán de handball.
Sin embargo, el vicio nunca surge como un problema importante. El mal hábito siempre empieza con una pequeña sugerencia, que suele ir asociada a frases como “solo por esta vez” o “una vez no hace daño”.
Esto es lo que ocurrió, por ejemplo, en el Jardín del Edén. Eva recibió la sugerencia de comer del fruto prohibido, como leemos en Génesis 3:6:
“Cuando la mujer vio que el árbol era bueno para comer, y que era agradable a los ojos…”. Génesis 3:6
Eva se dejó influenciar por la sugerencia de la serpiente (que vino acompañada de la declaración: “No te hará daño”). Sus ojos desearon el fruto y así se convirtió en esclava de sus deseos.
Donde no hay esclavitud
La Biblia afirma en 2 Corintios 3:17:
“Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y donde está el Espíritu del Señor, hay libertad”. 2 Corintios 3:17
Quien tiene al Espíritu de Dios es libre, ya no es esclavo. El Espíritu de Dios y la esclavitud no condicen. Quien tiene al Espíritu de Dios en su interior no puede ser esclavo de nada ni de nadie.
La única manera para que una persona sea verdaderamente libre es sometiéndose al Espíritu Santo, porque Él sabe lo que es mejor para nosotros.
¿Qué hacer?
Dios nos propone recibir al Espíritu del Señor en nuestro interior, para que no seamos esclavos de nadie, sino solo siervos de Dios. La única manera de ser libre es cuando te convertís en Su siervo. Renunciás a tu voluntad para hacer la voluntad de Dios.
También hay que estar atentos a estas trampas porque, hoy en día, son variadas y sutiles. El diablo estudia nuestros gustos y sabe hacia dónde nos inclinamos. El hombre inteligente siempre está alerta para no dejarse dominar por el mal.