No es Dios, no es el Señor Jesús, no es el Espíritu Santo, no es la Sagrada Biblia, ni nosotros, Sus siervos.
La respuesta es: cada persona debe tomar la decisión de vencer y hacer morir las obras de la carne que practica, su propia voluntad:
“… porque si vivís conforme a la carne, habréis de morir; pero si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis. Porque todos los que son Guiados por el Espíritu de Dios, los tales son hijos de Dios”. Romanos 8:13-14
Nosotros, siervos del Altísimo, Sellados con Su Espíritu Santo, tenemos Autoridad sobre los demonios, para expulsarlos del cuerpo y de la mente de las personas.
Hacemos nuestra parte como:
- Orar.
- Ministrar la liberación.
- Enseñar la Palabra de Dios.
- Bautizar en las Aguas.
- Buscar al Espíritu Santo.
Pero vencer las obras de la propia carne es una decisión personal, quien lo hace se mantendrá con Dios, tanto en esta Vida (Reino de Dios) y en el Porvenir (Reino de los Cielos).
Cada uno tiene el poder de decidir, de ceder para su voluntad, sus manías y sus fantasías; aceptándolas y siguiendo en la práctica de las obras de la carne, que lo mantendrá como ciudadano de este mundo. Por otro lado, puede resistirlas, como un Ciudadano del Reino de Dios, y ser Sellado por el Espíritu Santo.
Resistimos las obras de nuestra carne y las vencemos cuando:
- Valoramos nuestra fe: lo que nos conecta al Dios Vivo, al mundo espiritual, al mundo invisible y a lo sobrenatural.
- Valoramos el temor a Dios: queremos agradarLo, amarLo y servirLo más que a todos.
- Valoramos el amor hacia nuestra propia alma: Salvación y nos mantenemos como Ciudadanos del Reino de Dios.
Por eso Dios permite que seamos tentados, para que los demonios y los ciudadanos de este mundo vean la diferencia entre nosotros y ellos, pero jamás permitirá que seamos tentados más allá de nuestras fuerzas, de nuestra capacidad y del temor que tengamos para resistirlas.
¿Cuáles son los beneficios de negar, dominar y vencer mi propia carne?
- Paso a tener paz, independientemente de las adversidades.
- Paso a tener fuerza, vigor en mi ser, en lo que soy y en lo que hago.
- Paso a tener una alegría interna que todos perciben.
- Paso a tener una intrepidez sobrenatural.
- Paso a tener la certeza de la victoria.
- Tengo dominio sobre mi proprio yo, mi voluntad.
- Tengo dominio sobre el mundo, las tribulaciones, los problemas y las persecuciones. Las adversidades no me vencen, no logran desanimarme.
- Tengo dominio sobre el mal, los espíritus engañadores, los demonios, la incredulidad.
“Digo, pues: Andad por el Espíritu, y no cumpliréis el deseo de la carne. Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne, pues estos se oponen el uno al otro, de manera que no podéis hacer lo que deseáis. Pero si sois Guiados por el Espíritu, no estáis bajo la ley. Ahora bien, las obras de la carne son evidentes, las cuales son: inmoralidad, impureza, sensualidad, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, celos, enojos, rivalidades, disensiones, sectarismos, envidias, borracheras, orgías y cosas semejantes, contra las cuales os advierto, como ya os lo he dicho antes, que los que practican tales cosas no Heredarán el Reino de Dios”. Gálatas 5:16-21
Valorá los beneficios de dominar, vencer y matar tu propia carne, solo así, vas a disfrutar la Justicia Divina, al Espíritu Santo, una vida de paz, como todo Ciudadano del Reino de Dios.
Si aún no te Bautizaste en las Aguas, hacelo cuanto antes en la Universal de tu ciudad, no se te cobrará nada. Llevá una muda de ropa, un par de ojotas, una tolla y tu corazón arrepentido. ¡Eso es todo!
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Obispo Júlio Freitas