El Señor Jesús había terminado de enseñarles la oración del Padre Nuestro a Sus discípulos, y a continuación les mencionó una parábola que decía:
“También les dijo: Supongamos que uno de vosotros tiene un amigo, y va a él a medianoche y le dice: Amigo, préstame tres panes, porque un amigo mío ha llegado de viaje a mi casa, y no tengo nada que ofrecerle; y aquel, respondiendo desde adentro, le dice: No me molestes; la puerta ya está cerrada, y mis hijos y yo estamos acostados; no puedo levantarme para darte nada”. Lucas 11:5-7
En otras palabras, este hombre esperaba que su amigo lo atendiera, al fin y al cabo, esto es lo que nos esperamos de nuestros amigos: que nos ayuden y nos asistan, pero él no lo hizo. ¿Qué hacer en una situación así?
El Señor Jesús nos enseñó:
“Os digo que aunque no se levante a darle algo por ser su amigo, no obstante, por su importunidad se levantará y le dará cuanto necesite”. Lucas 11:5-8
Aun haciendo la oración del Padre Nuestro, incluso haciendo todo bien, estando en la Iglesia del Reino de Dios, algunas respuestas a nuestras oraciones solo vendrán si importunamos. Dios nos motiva a actuar así.
Importunar quiere decir:
Molestar con solicitudes o súplicas repetidas.
Es decir, la perseverancia, la insistencia, la permanencia en espíritu de oración.
¿Estás haciendo pedidos y oraciones que aún no fueron respondidas?
¿Estos pedidos están dentro de la Voluntad de Dios?
Entonces, insistí, perseverá, no te desfallezcas, la respuesta llegará.
Que Dios bendiga tu vida.
Ob. Rodrigo Silva – Río de Janeiro, Brasil