En este mundo, nadie, ya sea rico o pobre, anciano o joven, religioso o ateo, ciudadano o extranjero, puede presentarse ante el juez de un tribunal SIN lo siguiente:
1.° Un abogado.
2.° Un testigo (pruebas).
Lo mismo sucede en el ámbito espiritual:
“Hijitos míos, os escribo estas cosas para que no pequéis. Y si alguno peca, Abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el Justo. Él Mismo es la propiciación por nuestros pecados, y no solo por los nuestros, sino también por los del mundo entero. Y en esto sabemos que hemos llegado a conocerLe: si guardamos Sus Mandamientos”. 1 Juan 2:1-3
El Tribunal de Dios en la Tierra es Su Altar, donde todos podemos y tenemos el derecho de presentarnos, por eso, Dios nos Providenció un Abogado Maravilloso, el Señor Jesús, Su Propio Hijo, para que todos pudiéramos ser representados y defendidos por Él. Sin embargo, el Señor Jesús requiere que todos los acusados Le presenten 3 cosas:
1.ª Sinceridad: sé humilde para reconocer tus pecados, contándoLe absolutamente todos tus delitos.
2.ª Presentar las pruebas: tus testigos, que son las obras por la fe, perdonar, abandonar el pecado, Bautizarte en las Aguas, renunciar a tu voluntad, a tus manías, a tus tradiciones, y desapegarte de cosas y personas, amar a Dios, sobre todo y todos, y al prójimo como a vos mismo. De esta manera, hacés la Voluntad de Dios, que es nuestro Juez.
3.ª Asistir al Tribunal de la Justicia Divina, que es Su Altar, el día indicado, para reivindicar tus derechos garantizados por la fe, que son:
La Justicia Divina: el Bautismo con el Espíritu Santo, para volverte un hijo de Dios.
La Justicia Divina en el área de tu vida donde hay injusticia: Matrimonio, Salud, Familia, Economía, Social…
Preparate desde el 22 de junio para presentarte ante el Justo Juez con tu Abogado y testigo (tu sacrificio), el domingo 13 de julio.
En este periodo, además, haremos un ayuno audiovisual de informaciones seculares para desintoxicarnos de todo lo que estorba nuestra fe.
¿En qué área de tu vida aún no viste la Justicia (Gloria) de Dios?
Obispo Júlio Freitas