Los médicos insisten en decir que somos lo que comemos. Si consumimos alimentos saludables y en cantidades adecuadas, tendremos salud y calidad de vida. Pero si comemos la llamada junk food (comida sin calidad), azúcar y exceso de grasa, por ejemplo, comprometeremos nuestra salud. Pueden surgir enfermedades como diabetes, obesidad, cáncer, problemas cardíacos, entre otros.
Sin embargo, esta máxima no vale solo para la alimentación, sino también para lo que la persona consume por medio de sus ojos y oídos: programas de televisión, páginas web, libros, música, películas y todo lo que los medios de comunicación de una forma general ofrecen. Dependiendo del contenido, podemos agregar cosas buenas o malas a nuestra mente y espíritu. Y eso tiene un efecto directo en cada área de nuestra vida.
La historia de Víctor (que pidió que no se revele su verdadero nombre), de 51 años, por ejemplo, nos muestra cómo eso ocurre en la práctica.
Cuando tenía 47 años él comenzó a ver casi diariamente, por la televisión y por internet, programas con contenidos violentos, que mostraban crímenes, accidentes y muertes. “Me volví ansioso y, de a poco, comencé a derrumbarme emocional y psicológicamente, pues pensaba que en cualquier momento podría ser víctima de la violencia que veía”, relata.
No pasó mucho tiempo para que no solo su salud, sino también su trabajo y familia sean perjudicados. “Me convertí en un hombre nervioso y no le daba mucha atención a mi familia. Soy conductor y también era difícil concentrarme y controlar el miedo de sufrir un accidente o que me roben. Terminé sufriendo trastorno de pánico. Sudaba frío cada vez que tenía salir de casa; sentía que estaba enloqueciendo”, recuerda.
Fortaleciendo la vida con Dios
Hasta que una compañera de trabajo, al percibir su estado, le aconsejó dejar de ver los programas y buscar más a Dios. “En ese momento reaccioné ante la situación. Busqué ayuda médica y hasta la psicológica me aconsejó leer la Biblia e involucrarme con las cosas espirituales. Mi esposa también me cuidó, me acompañaba a la Universal, oró por mí. Yo uní la medicina a la fe para superar ese momento”, explica.
Víctor afirma que esta experiencia le trajo muchas enseñanzas. “Hoy sé que todo debe tener moderación. No debo quedarme horas encantado con algo y tengo que tener cuidado con lo que veo, pues eso tiene efecto sobre nuestra vida. Es mejor distraer la mente con cosas saludables, tener momentos con Dios, estar con la familia, hacer ejercicios”, reflexiona.
Alimento espiritual
Es por eso que en la Universal, por lo menos una vez al año, se realiza el Ayuno de Daniel, propósito que tiene como objetivo llevar a las personas a que se desconecten de las ideas seculares, y se desintoxiquen de lo que no las edifica, y pasen más tiempo dedicándose a la relación con Dios, lo que causa una verdadera limpieza en la mente y trae fuerza al espíritu.
Verifique el tipo de contenido que usted ha consumido y los efectos de eso en su vida. Si usted reconoce que necesita cambiar, participe en las reuniones los miércoles y los domingos en la Universal más cercana a usted y adquiera lo que le dará fuerzas y sabiduría para vencer las adversidades.
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