Envejecer es inevitable, pero volverse hombre de verdad es una decisión. Una decisión que exige valor, fe y transformación interior.
¿Será la edad la que hace a un hombre o es la madurez lo que lo define? Es de sentido común que no todo adulto es realmente maduro. Al fin y al cabo, la madurez no depende solo del tiempo vivido, sino de la capacidad de asumir responsabilidades y manejar las propias emociones.
El tiempo no garantiza madurez
Crecer biológicamente es natural e inevitable, pero envejecer no asegura la evolución mental y emocional que el hombre necesita. El verdadero crecimiento ocurre mediante cambios de conducta y carácter, elecciones conscientes, valentía para enfrentar responsabilidades y salir de la zona de confort.
El hombre que actúa como niño huye de la responsabilidad y culpa a otros por sus errores. El hombre maduro, en cambio, reconoce sus fallas y busca mejorar cada día. Mientras el niño quiere ser servido, el hombre aprende a servir.
La base de la madurez
La madurez que se necesita no es solo mental o emocional, sino sobre todo espiritual. En la comunión con Dios el hombre encuentra dirección, propósito y equilibrio.
En su primera carta a los Corintios, el apóstol Pablo dijo:
“Cuando yo era niño, hablaba, pensaba y razonaba como un niño; pero cuando crecí, dejé atrás las cosas de niño”. 1 Corintios 13:11
En sus notas de fe, en la Biblia Fiel y Comentada, el obispo Edir Macedo observa que un niño es limitado en el hablar, en el sentir y en el pensar, pero a medida que crece, su raciocinio se expande y sus habilidades se desarrollan. Con la experiencia de la vida, el ser humano alcanza la madurez.
Una decisión que exige valentía
El verdadero crecimiento surge cuando el hombre decide encarar la vida con responsabilidad y carácter. Muchos envejecen, pero siguen presos en la inmadurez. Ser un hombre de verdad exige valentía para cambiar, crecer y dejar atrás actitudes infantiles.
ACTITUDES DE UN “HOMBRE NIÑO”
- Reacciona con explosiones emocionales: pierde el control con facilidad y actúa por impulso.
- Busca solo placer inmediato: vive de diversión, estatus o aprobación ajena.
- No cumple su palabra: promete, pero no honra compromisos.
- Evita decisiones difíciles: prefiere que otros decidan por él.
ACTITUDES DE UN “HOMBRE DE VERDAD”
- Asume responsabilidades: reconoce errores y aprende de ellos.
- Domina sus emociones: responde con equilibrio.
- Piensa a largo plazo: renuncia a placeres momentáneos por metas mayores.
- Cumple su palabra: es confiable y digno de confianza.
- Enfrenta desafíos: toma decisiones difíciles con valentía y firmeza.