Andrea sufrió una pérdida que la hizo comprender lo mucho que necesitaba a Dios: “Yo había estado en la iglesia, pero me aparté un tiempo por una pareja. Veníamos juntos, pero con el tiempo, nos apartamos. Estuvimos un año fuera de la iglesia, hasta que él sufre un accidente y fallece.
Después de eso, empecé a verlo en todos lados, me sentía muy culpable. Vivía llorando, dormía con su campera, teníamos planes para nuestro futuro, pero de un momento para otro me llamaron diciendo que había tenido un accidente y que estaba muerto.
Yo pasaba todo el día en el cementerio, eso me llenaba. Dejé de trabajar porque lloraba todo el tiempo, él era mi todo y ya no estaba.
Mi clic fue cuando me vi mal, no comía, supe que debía hacer algo con mi vida. Decidí buscar a Dios y entendí que Él tenía que ser lo más importante. Me fue difícil, fue un proceso que me llevó tiempo, eran muchos recuerdos. Con el tiempo, conocí otra persona y tomé diferente la relación, y me casé. Él es dulce, compañero, Dios puso a alguien increíble a mi lado”, finaliza Andrea con una sonrisa.
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