En Malaquías 3:1-4 dice: “He aquí, yo envío mi mensajero, el cual preparará el camino delante de mí; y vendrá súbitamente a su templo el Señor a quien vosotros buscáis, y el ángel del pacto, a quien deseáis vosotros. He aquí viene, ha dicho el Señor de los ejércitos.
¿Y quién podrá soportar el tiempo de su venida? ¿o quién podrá estar en pie cuando él se manifieste? Porque él es como fuego purificador, y como jabón de lavadores.
Y se sentará para afinar y limpiar la plata; porque limpiará a los hijos de Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán al Señor ofrenda en justicia.
Y será grata al Señor la ofrenda de Judá y de Jerusalén, como en los días pasados, y como en los años antiguos”.
La gente piensa que por el hecho de darle una ofrenda a Dios ya es suficiente para agradarlo. A Él no le importa el valor de lo que da, sino que está interesado en que sea justo.
Caín también dio su ofrenda a Dios, pero Él no la aceptó, porque no se preocupó en darle lo mejor. En cambio, Abel agradó al Señor. Dios quiere que Su pueblo traiga ofrendas justas y honestas que Lo glorifiquen.
El hombre mira la cantidad, pero el Señor Jesús mira la calidad. A Él no le importa lo que hacemos y si lo que somos.
Dios anda buscando personas que sean verdaderos cristianos. Por eso, Él envió a Jesús para purificar la Iglesia, porque hay mucha gente dentro de la Iglesia que se dice de Dios, pero sus ofrendas son injustas, no son correctas, así como los sacerdotes que ofrecían pan inmundo.
Dios quiere que seamos la ofrenda. Personas de carácter, puras, maridos de una sola mujer, honestos, verdaderos y fieles.
Dios envió a Su hijo como mensajero para hacer Su obra. Sin embargo, uno tiene que saber que necesita ser purificado.
Aquellos que viven de apariencia tarde o temprano van a ser expuestos, Jesús dijo: “No hay nada oculto que no sea descubierto. No se pone una luz encendida bajo una mesa porque la luz va a aparecer, lo que el hombre siembra, cosecha y lo que Dios anda buscando no es multitud”.
Él busca personas que le sirvan fielmente, no hace falta ser fanático. Hay mucha gente que habla, pero que a la hora de mostrar no puede hacerlo.
Para Dios es más importe lo que somos que lo que hacemos. Él ama la justicia.
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