Cuántas veces hizo algo y luego de eso, experimentó un sentimiento de culpa, de sensación de malestar.
La conciencia pesa y usted se promete a sí mismo que va a cambiar, pero es en vano. Mientras pasa esa tristeza momentánea, la vida sigue hasta que se ve a sí mismo repitiendo el mismo error.
Así, promete que va a cambiar varias veces, pero continuará repitiendo el error.
Lo que experimentó fue remordimiento y eso no genera cambios, solo un sentimiento de pesar. “En el remordimiento, no se toma una actitud en relación al pecado.
Porque, quien tiene remordimiento, no deja el pecado.En cambio, en el arrepentimiento, se da el sacrificio del abandono del pecado”, señala el obispo Macedo.
En su libro Pecado y arrepentimiento, el obispo señala que el arrepentimiento implica tres actitudes básicas. “Para que exista arrepentimiento, es necesario ver el pecado, confesarlo y detestarlo”.
“y que se predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las naciones, comenzando desde Jerusalén.”, (Lucas 24:47).
Por esa razón, muchas personas se encuentran en la iglesia, pero todavía no obtuvieron los beneficios de la fe.
“Lo cierto es que no hay salvación sin negarse a sí mismo los placeres de la carne”, enfatiza el obispo Macedo.
En la Biblia tenemos ejemplos de personas que eligieron mal, Judas es una de ellas, ya que, después de traicionar a Jesús, sintió remordimiento y se ahorcó.
En contrapartida, el ladrón de la cruz, se arrepintió y obtuvo la salvación al contrario de otro ladrón. Por lo tanto, el remordimiento no produce ningún beneficio espiritual, en cambio la persona arrepentida cambia de dirección, se convierte y conquista la salvación eterna.
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