Cuando meditamos en la palabra de Dios descubrimos lo que quiere para nuestra vida. Su palabra es dura, pero satisface la necesidad que tenemos. En esta parte de la Biblia, usted entenderá que Dios quiere que la ofrenda sea justa y verdadera.
“Y aconteció andando el tiempo, que Caín trajo del fruto de la tierra una ofrenda al Señor. Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas.”, (Génesis 4:3-4).
Caín trajo una ofrenda, pero Abel se preocupó por darle lo mejor. Los dos ofrecieron, pero Abel agradó a Dios con su ofrenda.
Debemos entender que todo lo que hacemos para Dios es ofrenda, pero algunas personas son como Caín, dan lo peor y quieren recibir lo mejor, tenga en cuenta que lo que siembra, es lo que cosecha.
“Pero no miró con agrado a Caín y a la ofrenda suya. Y se ensañó Caín en gran manera, y decayó su semblante. Entonces el Señor dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha decaído tu semblante?
Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.”, (Génesis 4:5-7). Dios le dijo a Caín que había hecho mal y que Él debía ser justo.
Muchas personas piensan que son tentados, es cierto que el diablo habla, pero Dios también lo hace y nosotros decidimos a quien escuchamos.
Vea que Caín terminó de escuchar a Dios y fue y mató a su hermano. Dejó de escuchar a Dios para escuchar al diablo. Una persona en pecado no tiene conexión con Dios y tiene la marca de Caín.
Por eso, lo mejor es cuando hacemos algo para Dios con amor, lo importante es cómo estoy ofreciendo.
Dios mira la calidad de ofrenda, nuestras actitudes valen más para Él que cualquier cosa.
La palabra de Dios dice: “Dad, y se os dará…”, (Lucas 6:38). En esta vida es así, si quiere ser respetado, tiene que respetar, si quiere ser amado debe amar, uno siembra y cosecha.
Si quiere agradar a Dios, tener su salvación, debe reconocer sus errores, después confesar su pecado y alejarse de este para que Jesús limpie su vida, el precio es la renuncia.
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