Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Reyes 10
1 Acab tenía setenta hijos en Samaria. Y Jehú escribió cartas y las envió a Samaria, a los príncipes de Jezreel, a los ancianos y a los ayos de los hijos de Acab, diciendo:
2 Ahora, cuando esta carta llegue a vosotros, como los hijos de vuestro señor están con vosotros, así como también los carros y los caballos y una ciudad fortificada y las armas,
3 escoged al mejor y más capaz de entre los hijos de vuestro señor, y ponedlo en el trono de su padre, y luchad por la casa de vuestro señor.
4 Pero ellos temieron en gran manera y dijeron: He aquí, los dos reyes no pudieron sostenerse delante de él; ¿cómo, pues, podremos sostenernos nosotros?
5 Y el que estaba a cargo de la casa, y el que estaba sobre la ciudad, los ancianos, y los ayos de los hijos, enviaron palabra a Jehú, diciendo: Somos tus siervos, haremos todo lo que nos digas, a nadie proclamaremos rey; haz lo que te parezca bien.
6 Entonces por segunda vez les escribió una carta, diciendo: Si estáis de mi parte y escucháis mi voz, tomad las cabezas de los hombres, de los hijos de vuestro señor, y venid a mí a Jezreel mañana a estas horas. Y los hijos del rey, setenta personas, estaban con los principales de la ciudad, que los criaban.
7 Y sucedió que cuando la carta llegó a ellos, tomaron a los hijos del rey, y los mataron, setenta personas, y pusieron sus cabezas en canastas y se las enviaron a Jezreel.
8 Cuando el mensajero vino y le avisó, diciendo: Han traído las cabezas de los hijos del rey, él dijo: Ponedlas en dos montones a la entrada de la puerta hasta la mañana.
9 Y por la mañana, él salió, y estando en pie, dijo a todo el pueblo: Vosotros sois inocentes; he aquí, yo conspiré contra mi señor y lo maté, pero, ¿quién mató a todos éstos?
10 Sabed entonces que no caerá a tierra ninguna de las palabras del Señor, las cuales el Señor habló acerca de la casa de Acab. El Señor ha hecho lo que habló por medio de su siervo Elías.
11 Y Jehú mató a todos los que quedaban de la casa de Acab en Jezreel, y a todos sus grandes, a sus amigos íntimos y a sus sacerdotes, hasta que no le dejó ningún sobreviviente.
12 Entonces se levantó y partió, y fue a Samaria. En el camino mientras estaba en Bet-eked de los pastores,
13 Jehú encontró a los parientes de Ocozías, rey de Judá, y dijo: ¿Quiénes sois vosotros? Y ellos respondieron: Somos parientes de Ocozías; y hemos descendido para saludar a los hijos del rey y a los hijos de la reina madre.
14 Y él dijo: Tomadlos vivos. Y los tomaron vivos, y los mataron en el foso de Bet-eked, cuarenta y dos hombres; no dejó ninguno de ellos.
15 Cuando partió de allí, encontró a Jonadab, hijo de Recab, que venía a su encuentro, lo saludó y le dijo: ¿Es recto tu corazón como mi corazón es con el tuyo? Y Jonadab respondió: Lo es. Y Jehú dijo: Si lo es, dame la mano. Y le dio su mano y lo hizo subir al carro.
16 Y él dijo: Ven conmigo y verás mi celo por el Señor. Y lo hizo ir con él en su carro.
17 Y cuando llegó a Samaria, mató a todos los que quedaban de Acab en Samaria, hasta que los destruyó, conforme a la palabra que el Señor había hablado a Elías.
18 Entonces Jehú reunió a todo el pueblo, y les dijo: Acab sirvió a Baal un poco, Jehú lo servirá mucho.
19 Llamad ahora a todos los profetas de Baal, a todos sus adoradores y a todos sus sacerdotes; que no falte ninguno, porque tengo un gran sacrificio para Baal; todo el que falte no vivirá. Pero Jehú lo hizo con astucia para poder destruir a los adoradores de Baal.
20 Y Jehú dijo: Santificad una asamblea solemne para Baal. Y ellos la convocaron.
21 Entonces Jehú envió aviso por todo Israel y vinieron todos los adoradores de Baal, y no quedó ninguno que no viniera. Y cuando entraron en la casa de Baal, la casa de Baal se llenó de un extremo al otro.
22 Y dijo al que estaba encargado del vestuario: Saca vestiduras para todos los adoradores de Baal. Y él les sacó vestiduras.
23 Y entró Jehú en la casa de Baal con Jonadab, hijo de Recab; y dijo a los adoradores de Baal: Buscad y ved que no haya aquí con vosotros ninguno de los siervos del Señor, sino sólo los adoradores de Baal.
24 Entonces entraron a ofrecer sacrificios y holocaustos. Y Jehú había colocado ochenta hombres afuera, y había dicho: El que permita escapar a uno de los hombres que yo ponga en vuestras manos, dará su vida por la de él.
25 Y tan pronto como acabó de ofrecer el holocausto, Jehú dijo a la guardia y a los oficiales reales: Entrad, matadlos; que ninguno salga. Y los mataron a filo de espada; y la guardia y los oficiales reales los echaron fuera, y llegaron hasta el aposento interior de la casa de Baal.
26 Y sacaron los pilares sagrados de la casa de Baal, y los quemaron.
27 También derribaron el pilar sagrado de Baal y demolieron la casa de Baal, y la convirtieron en una letrina, hasta hoy.
28 Así Jehú extirpó a Baal de Israel.
29 Sin embargo, en cuanto a los pecados con que Jeroboam, hijo de Nabat, hizo pecar a Israel, Jehú no se apartó de éstos, o sea, de los becerros de oro que estaban en Betel y en Dan.
30 Y el Señor dijo a Jehú: Porque has hecho bien al hacer lo recto ante mis ojos, y has hecho a la casa de Acab conforme a todo lo que estaba en mi corazón, tus hijos hasta la cuarta generación se sentarán en el trono de Israel.
31 Pero Jehú no se cuidó de andar en la ley del Señor, Dios de Israel, con todo su corazón, ni se apartó de los pecados con que Jeroboam hizo pecar a Israel.
32 En aquellos días el Señor comenzó a cortar partes de Israel; y Hazael los derrotó por todo el territorio de Israel:
33 desde el Jordán hacia el oriente, toda la tierra de Galaad, de Gad, de Rubén y de Manasés; desde Aroer, que está junto al valle del Arnón, y hasta Galaad y Basán.
34 Y los demás hechos de Jehú, y todo lo que hizo y todo su poder, ¿no están escritos en el libro de las Crónicas de los reyes de Israel?
35 Y durmió Jehú con sus padres, y lo sepultaron en Samaria. Y su hijo Joacaz reinó en su lugar.
36 Y el tiempo que Jehú reinó sobre Israel en Samaria fue de veintiocho años.
2° Timoteo 1
1 Pablo, apóstol de Cristo Jesús por la voluntad de Dios, según la promesa de vida en Cristo Jesús,
2 a Timoteo, amado hijo: Gracia, misericordia y paz de parte de Dios Padre y de Cristo Jesús nuestro Señor.
3 Doy gracias a Dios, a quien sirvo con limpia conciencia como lo hicieron mis antepasados, de que sin cesar, noche y día, me acuerdo de ti en mis oraciones,
4 deseando verte, al acordarme de tus lágrimas, para llenarme de alegría.
5 Porque tengo presente la fe sincera que hay en ti, la cual habitó primero en tu abuela Loida y en tu madre Eunice, y estoy seguro que en ti también.
6 Por lo cual te recuerdo que avives el fuego del don de Dios que hay en ti por la imposición de mis manos.
7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
8 Por tanto, no te avergüences del testimonio de nuestro Señor, ni de mí, prisionero suyo, sino participa conmigo en las aflicciones por el evangelio, según el poder de Dios,
9 quien nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad,
10 y que ahora ha sido manifestada por la aparición de nuestro Salvador Cristo Jesús, quien abolió la muerte y sacó a la luz la vida y la inmortalidad por medio del evangelio,
11 para el cual yo fui constituido predicador, apóstol y maestro.
12 Por lo cual también sufro estas cosas, pero no me avergüenzo; porque yo sé en quién he creído, y estoy convencido de que es poderoso para guardar mi depósito hasta aquel día.
13 Retén la norma de las sanas palabras que has oído de mí, en la fe y el amor en Cristo Jesús.
14 Guarda, mediante el Espíritu Santo que habita en nosotros, el tesoro que te ha sido encomendado.
15 Ya sabes esto, que todos los que están en Asia me han vuelto la espalda, entre los cuales están Figelo y Hermógenes.
16 Conceda el Señor misericordia a la casa de Onesíforo, porque muchas veces me dio refrigerio y no se avergonzó de mis cadenas,
17 antes bien, cuando estuvo en Roma, me buscó con afán y me halló; 18 que el Señor le conceda hallar misericordia del Señor en aquel día. Además, los servicios que prestó en Efeso, tú lo sabes mejor.
Oseas 2
1 Decid a vuestros hermanos: Ammí, y a vuestras hermanas: Ruhamá.
2 Contended con vuestra madre, contended, porque ella no es mi mujer, y yo no soy su marido; que quite, pues, de su rostro sus prostituciones, y sus adulterios de entre sus pechos;
3 no sea que yo la desnude completamente y la deje como el día en que nació, y la ponga como un desierto, la reduzca a tierra seca y la mate de sed.
4 Y no tendré compasión de sus hijos, porque son hijos de prostitución,
5 pues su madre se prostituyó; la que los concibió se deshonró, porque dijo: “Iré tras mis amantes, que me dan mi pan y mi agua, mi lana y mi lino, mi aceite y mi bebida.”
6 Por tanto, he aquí, cercaré su camino con espinos, y levantaré un muro contra ella para que no encuentre sus senderos.
7 Y seguirá a sus amantes, pero no los alcanzará; los buscará, pero no los hallará. Entonces dirá: “Iré y volveré a mi primer marido, porque mejor me iba entonces que ahora.”
8 Pues ella no sabía que era yo el que le daba el trigo, el mosto y el aceite, y le prodigaba la plata y el oro, que ellos usaban para Baal.
9 Por tanto, volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi mosto a su sazón. También me llevaré mi lana y mi lino que le di para que cubriera su desnudez.
10 Y ahora descubriré su vergüenza ante los ojos de sus amantes, y nadie la librará de mi mano.
11 Haré cesar también todo su regocijo, sus fiestas, sus lunas nuevas, sus días de reposo, y todas sus solemnidades.
12 Devastaré sus vides y sus higueras, de las cuales decía ella: “Son la paga que mis amantes me han dado.” Y las convertiré en matorral, y las devorarán las bestias del campo.
13 Y la castigaré por los días de los Baales cuando ella les ofrecía sacrificios y se adornaba con sus zarcillos y joyas, y se iba tras sus amantes, y se olvidaba de mí —declara el Señor.
14 Por tanto, he aquí, la seduciré, la llevaré al desierto, y le hablaré al corazón.
15 Le daré sus viñas desde allí, y el valle de Acor por puerta de esperanza. Y allí cantará como en los días de su juventud, como en el día en que subió de la tierra de Egipto.
16 Sucederá en aquel día —declara el Señor— que me llamarás Ishí y no me llamarás más Baalí.
17 Porque quitaré de su boca los nombres de los Baales, y nunca más serán mencionados por sus nombres.
18 En aquel día haré también un pacto por ellos con las bestias del campo, con las aves del cielo y con los reptiles de la tierra; quitaré de la tierra el arco, la espada y la guerra, y haré que ellos duerman seguros.
19 Te desposaré conmigo para siempre; sí, te desposaré conmigo en justicia y en derecho, en misericordia y en compasión;
20 te desposaré conmigo en fidelidad, y tú conocerás al Señor.
21 Y sucederá que en aquel día yo responderé —declara el Señor—, responderé a los cielos, y ellos responderán a la tierra,
22 y la tierra responderá al trigo, al mosto y al aceite, y ellos responderán a Jezreel.
23 La sembraré para mí en la tierra, y tendré compasión de la que no recibió compasión, y diré al que no era mi pueblo: Tú eres mi pueblo, y él dirá: Tú eres mi Dios.
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