Conocer la Biblia es muy importane para todos nosotros, especialmente en los momentos más difíciles de nuestra vida, porque Dios habla con nosotros por medio de Su Palabra. El Espíritu Santo nos conduce, nos orienta, y cuando pasamos por tribulaciones, Él nos hace recordar lo que está escrito en la Biblia, una Palabra de Dios que nos conforte. Pero solo la recordaremos si la conocemos.
Por eso, elaboramos un plan para que usted lea la Biblia en 1 año. Si usted todavía no comenzó, haga clic aquí y empiece ahora, no lo deje para mañana. Usted verá cómo se transformará su vida.
Si usted ya está en este propósito, acompañe la lectura de hoy:
2° Reyes 18
1 Y aconteció que en el año tercero de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, comenzó a reinar Ezequías, hijo de Acaz, rey de Judá.
2 Tenía veinticinco años cuando comenzó a reinar, y reinó veintinueve años en Jerusalén. El nombre de su madre era Abi, hija de Zacarías.
3 El hizo lo recto ante los ojos del Señor, conforme a todo lo que su padre David había hecho.
4 Quitó los lugares altos, derribó los pilares sagrados y cortó la Asera. También hizo pedazos la serpiente de bronce que Moisés había hecho, porque hasta aquellos días los hijos de Israel le quemaban incienso; y la llamaban Nehustán.
5 Confió en el Señor, Dios de Israel; y después de él, no hubo ninguno como él entre todos los reyes de Judá, ni entre los que fueron antes de él,
6 porque se apegó al Señor; no se apartó de El, sino que guardó los mandamientos que el Señor había ordenado a Moisés.
7 Y el Señor estaba con él; adondequiera que iba prosperaba. Se rebeló contra el rey de Asiria y no le sirvió.
8 Derrotó a los filisteos hasta Gaza y su territorio, desde las torres de atalaya hasta las ciudades fortificadas.
9 Y aconteció que en el año cuarto del rey Ezequías, que era el año séptimo de Oseas, hijo de Ela, rey de Israel, Salmanasar, rey de Asiria, subió contra Samaria y la sitió,
10 y al cabo de tres años la tomaron. En el año sexto de Ezequías, que era el año noveno de Oseas, rey de Israel, Samaria fue tomada.
11 Y el rey de Asiria llevó a Israel al destierro en Asiria, y los puso en Halah y en el Habor, río de Gozán, y en las ciudades de los medos,
12 porque no obedecieron la voz del Señor su Dios, sino que quebrantaron su pacto, es decir, todo lo que Moisés, siervo del Señor, había ordenado; no escucharon, ni lo cumplieron.
13 Y en el año catorce del rey Ezequías, subió Senaquerib, rey de Asiria, contra todas las ciudades fortificadas de Judá, y las tomó.
14 Entonces Ezequías, rey de Judá, envió a decir al rey de Asiria en Laquis: He hecho lo malo. Retírate de mí; lo que me impongas, aceptaré. Y el rey de Asiria impuso a Ezequías, rey de Judá, trescientos talentos de plata y treinta talentos de oro.
15 Y Ezequías le dio toda la plata que se hallaba en la casa del Señor y en los tesoros de la casa del rey.
16 En aquel tiempo Ezequías quitó el oro de las puertas del templo del Señor, y de los postes de las puertas que el mismo Ezequías, rey de Judá, había revestido de oro, y lo entregó al rey de Asiria.
17 Entonces el rey de Asiria envió, desde Laquis a Jerusalén, al Tartán, al Rabsaris y al Rabsaces con un gran ejército contra el rey Ezequías. Y subieron y llegaron a Jerusalén. Y cuando subieron, llegaron y se colocaron junto al acueducto del estanque superior que está en la calzada del campo del Batanero.
18 Llamaron al rey, y salió a ellos Eliaquim, hijo de Hilcías, que era mayordomo, con el escriba Sebna y el cronista Joa, hijo de Asaf.
19 Y el Rabsaces les dijo: Decid ahora a Ezequías: “Así dice el gran rey, el rey de Asiria: ‘¿Qué confianza es ésta que tú tienes?
20 ‘Tú dices (pero sólo son palabras vanas): “Tengo consejo y poder para la guerra.” Mas ahora, ¿en quién confías que te has rebelado contra mí?
21 ‘He aquí, tú confías en el báculo de esta caña quebrada, es decir, en Egipto, en el cual, si un hombre se apoya, penetrará en su mano y la traspasará. Así es Faraón, rey de Egipto, para todos los que confían en él.
22 ‘Pero si me decís: “Nosotros confiamos en el Señor nuestro Dios,” ¿no es El aquel cuyos lugares altos y cuyos altares Ezequías ha quitado y ha dicho a Judá y a Jerusalén: “Adoraréis delante de este altar en Jerusalén”?
23 ‘Ahora pues, te ruego que llegues a un acuerdo con mi señor el rey de Asiria, y yo te daré dos mil caballos, si por tu parte puedes poner jinetes sobre ellos.
24 ‘¿Cómo, pues, puedes rechazar a un oficial de los menores de los siervos de mi señor, y confiar en Egipto para tener carros y hombres de a caballo?
25 ‘¿He subido ahora sin el consentimiento del Señor contra este lugar para destruirlo? El Señor me dijo: “Sube contra esta tierra y destrúyela.’”
26 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, Sebna y Joa dijeron al Rabsaces: Te rogamos que hables a tus siervos en arameo, porque nosotros lo entendemos, y no nos hables en la lengua de Judá a oídos del pueblo que está sobre la muralla.
27 Pero el Rabsaces les dijo: ¿Acaso me ha enviado mi señor para hablar estas palabras sólo a tu señor y a ti, y no a los hombres que están sentados en la muralla, condenados a comer sus propios excrementos y beber su propia orina con vosotros?
28 El Rabsaces se puso en pie, gritó a gran voz en la lengua de Judá, y dijo: Escuchad la palabra del gran rey, el rey de Asiria.
29 Así dice el rey: “Que no os engañe Ezequías, porque él no os podrá librar de mi mano;
30 ni que Ezequías os haga confiar en el Señor, diciendo: ‘Ciertamente el Señor nos librará, y esta ciudad no será entregada en manos del rey de Asiria.’
31 “No escuchéis a Ezequías, porque así dice el rey de Asiria: ‘Haced la paz conmigo y salid a mí, y coma cada uno de su vid y cada uno de su higuera, y beba cada cual de las aguas de su cisterna,
32 hasta que yo venga y os lleve a una tierra como vuestra tierra, tierra de grano y de mosto, tierra de pan y de viñas, tierra de olivos y de miel, para que viváis y no muráis.’ Pero no escuchéis a Ezequías porque os engaña, diciendo: ‘El Señor nos librará.’
33 “¿Acaso alguno de los dioses de las naciones ha librado su tierra de la mano del rey de Asiria?
34 “¿Dónde están los dioses de Hamat y de Arfad? ¿Dónde están los dioses de Sefarvaim, de Hena y de Iva? ¿Cuándo han librado ellos a Samaria de mi mano?
35 “¿Quiénes de entre todos los dioses de estas tierras han librado su tierra de mi mano, para que el Señor libre a Jerusalén de mi mano?”
36 Pero el pueblo se quedó callado y no le respondió palabra alguna, porque la orden del rey era: No le respondáis.
37 Entonces Eliaquim, hijo de Hilcías, mayordomo de la casa real, el escriba Sebna y el cronista Joa, hijo de Asaf, fueron a Ezequías con sus vestidos rasgados, y le relataron las palabras del Rabsaces.
Filemón 1
1 Pablo, prisionero de Cristo Jesús, y el hermano Timoteo: A Filemón nuestro amado hermano y colaborador,
2 y a la hermana Apia, y a Arquipo, nuestro compañero de milicia, y a la iglesia que está en tu casa:
3 Gracia a vosotros y paz de parte de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo.
4 Doy gracias a mi Dios siempre, haciendo mención de ti en mis oraciones,
5 porque oigo de tu amor y de la fe que tienes hacia el Señor Jesús y hacia todos los santos;
6 y ruego que la comunión de tu fe llegue a ser eficaz por el conocimiento de todo lo bueno que hay en vosotros mediante Cristo.
7 Pues he llegado a tener mucho gozo y consuelo en tu amor, porque los corazones de los santos han sido confortados por ti, hermano.
8 Por lo cual, aunque tengo mucha libertad en Cristo para mandarte hacer lo que conviene,
9 no obstante, por causa del amor que te tengo, te ruego, siendo como soy, Pablo, anciano, y ahora también prisionero de Cristo Jesús,
10 te ruego por mi hijo Onésimo, a quien he engendrado en mis prisiones,
11 el cual en otro tiempo te era inútil, pero ahora nos es útil a ti y a mí.
12 Y te lo he vuelto a enviar en persona, es decir, como si fuera mi propio corazón,
13 a quien hubiera querido retener conmigo, para que me sirviera en lugar tuyo en mis prisiones por el evangelio;
14 pero no quise hacer nada sin tu consentimiento, para que tu bondad no fuera como por obligación, sino por tu propia voluntad.
15 Porque quizá por esto se apartó de ti por algún tiempo, para que lo volvieras a recibir para siempre,
16 no ya como esclavo, sino como más que un esclavo, como un hermano amado, especialmente para mí, pero cuánto más para ti, tanto en la carne como en el Señor.
17 Si me tienes pues por compañero, acéptalo como me aceptarías a mí.
18 Y si te ha perjudicado en alguna forma, o te debe algo, cárgalo a mi cuenta.
19 Yo, Pablo, escribo esto con mi propia mano; yo lo pagaré (por no decirte que aun tú mismo te me debes a mí).
20 Sí, hermano, permíteme disfrutar este beneficio de ti en el Señor; recrea mi corazón en Cristo.
21 Te escribo confiado en tu obediencia, sabiendo que harás aun más de lo que digo.
22 Y al mismo tiempo, prepárame también alojamiento, pues espero que por vuestras oraciones os seré concedido.
23 Te saluda Epafras, mi compañero de prisión en Cristo Jesús;
24 también Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores.
25 La gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu.
Oseas 11
1 Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo.
2 Cuanto más los llamaban los profetas, tanto más se alejaban de ellos; seguían sacrificando a los Baales y quemando incienso a los ídolos.
3 Sin embargo yo enseñé a andar a Efraín, yo lo llevé en mis brazos; pero ellos no comprendieron que yo los sanaba.
4 Con cuerdas humanas los conduje, con lazos de amor, y fui para ellos como quien alza el yugo de sobre sus quijadas; me incliné y les di de comer.
5 No volverán a la tierra de Egipto, sino que Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí.
6 La espada girará contra sus ciudades, destruirá sus cerrojos y los consumirá por causa de sus intrigas.
7 Pues mi pueblo se mantiene infiel contra mí; aunque ellos lo llaman para que se vuelva al Altísimo, ninguno le exalta.
8 ¿Cómo podré abandonarte, Efraín? ¿Cómo podré entregarte, Israel? ¿Cómo podré yo hacerte como a Adma? ¿Cómo podré tratarte como a Zeboim? Mi corazón se conmueve dentro de mí, se enciende toda mi compasión.
9 No ejecutaré el furor de mi ira; no volveré a destruir a Efraín. Porque yo soy Dios y no hombre, el Santo en medio de ti, y no vendré con furor.
10 En pos del Señor caminarán, El rugirá como un león; ciertamente El rugirá, y sus hijos vendrán temblando desde el occidente.
11 De Egipto vendrán temblando como aves, y de la tierra de Asiria como palomas, y yo los estableceré en sus casas —declara el Señor.
12 Efraín me rodea de mentiras, y de engaño la casa de Israel; Judá todavía anda lejos de Dios, y del Santo, que es fiel.
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