Carolina: “Cuando supe del Templo de Salomón luché para poder viajar. No tenía condiciones para ir, pero junté peso por peso para viajar.
Cuando llegué me invadió una felicidad, fue un privilegio poder estar ahí. Me llamó mucho la atención una reunión del obispo Clodomir en la que él decía que los padres incentivaran y apoyaran a sus hijos.
Me di cuenta que Dios es así con nosotros, siempre está ahí y por eso podemos tener certeza de que nuestro pedido será respondido por la fe.
Fui con un pedido en especial, porque yo trabajaba por mi cuenta y quería trabajar en mejores condiciones.
Yo necesitaba otro tipo de trabajo y el viaje al Templo de Salomón fue la oportunidad, ya que allí Dios me abrió las puertas.
Además, quería un buen clima de trabajo y se dio todo. Gracias a Dios, cuando volví, me ofrecieron la posibilidad de trabajar en blanco y con horarios accesibles. Eso fue una sorpresa, del Señor Jesús”.
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