A Doris se le vino el mundo abajo cuando le detectaron cáncer a su hijo: “Yo tuve un embarazo hermoso, estuvo todo bien. Cuando recién empezaba a caminar, se caía de la nada. Lo llevé al médico, le hicieron estudios y llegaron a la conclusión de que tenía un tumor. Le mandaron a hacer una biopsia para detectar si era maligno o benigno. El resultado confirmó que era cáncer en el cuello. Estuvo un año internado, tuvo tres operaciones y le tuvieron que hacer quimioterapia.
Tenían que operarlo por cuarta vez, pero el médico me dijo que mi hijo podía quedar en una silla de ruedas o morirse durante la operación. Lo habían desahuciado.
Yo vivía en el hospital, me bañaba y comía ahí. Estuve un año sin trabajar, lo único que me importaba era mi hijo. Su abuela participaba en las reuniones de la Universal. Ella me invitaba, pero yo no quería saber nada, estaba enojada con Dios. Cuando le dieron el alta al nene, me levantaba a las 3 de la mañana e iba con él a curanderos. Iba con lluvia o frío.
Cuando el médico me desahució, me dije: ‘bueno, voy a tocar la última puerta’.
No me fue fácil llegar a la Universal, pero si Dios estaba vivo como todos me decían, tenía que sanar a mi hijo. Llegué un mes antes de la cuarta operación y lo entregué en el Altar. Luché con mucha fe e hice un voto con Dios. Mis hijas me decían que estaba loca.
Puse todo lo que tenía en el Altar y Él respondió. En el último estudio que le hicieron, el cáncer desapareció, está comprobado por la medicina. Clínicamente no hay explicación para lo que sucedió. Dios hizo un milagro en su vida y en la mía”.
La Iglesia Universal del Reino de Dios aclara que todos los conceptos emitidos en este periódico, como en su programación radial y televisiva, en modo alguno deben ser interpretados en desmedro de la medicina, ni de quienes la practican. NO DEJE DE CONSULTAR A SU MÉDICO.
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