“El SEÑOR de los Ejércitos está con nosotros; nuestro refugio es el Dios de Jacob.” (Salmos 46:11)
Si Dios es su refugio, si Él es su fortaleza, no necesita temerles a los problemas, por mayores y peores que sean. Si su vida está totalmente en el Altar, si Él es su refugio, su abrigo, usted está protegido.
“Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones. Por tanto, no temeremos, aunque la tierra sea removida, y se traspasen los montes al corazón del mar; aunque bramen y se turben sus aguas, y tiemblen los montes a causa de su braveza. Del río sus corrientes alegran la ciudad de Dios, el santuario de las moradas del Altísimo. Dios está en medio de ella; no será conmovida. (…)Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios.” (Salmos 46:1-5; 10)
Aunque la tierra sea removida y los montes se traspasen al corazón del mar, aunque las aguas bramen y se turben, el río del Espíritu Santo corre tranquilo en el santuario y Dios promete estar con nosotros. Le corresponde a quien cree obedecer la orden del Señor: “Estad quietos, y conoced que Yo soy Dios”.
Aquiete su corazón hoy y crea que Dios está con usted, confíe en lo que Él prometió: aquel que Lo tiene como refugio, tiene en Él socorro y protección.
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Fuente: Libro “El Pan nuestro para 365 días”, del obispo Edir Macedo