Aunque estemos en el siglo XXI, los principios Divinos que sustentan la vida del hombre, no han cambiado. Esto porque la Palabra no necesita actualizarse porque ella es el propio Dios.
La tecnología que nos rodea, está todo el tiempo innovando para no volverse obsoleta. Como, por ejemplo: usted puede tener un excelente ordenador o teléfono, si no hace las actualizaciones necesarias, en algún momento se encontrará con el aparato bloqueado, ¿no es así?
Sin embargo, eso no sucede con Dios, porque Él es totalmente independiente y autosuficiente, es decir, no está sujeto a nada ni a nadie, y de esa forma, no necesita pasar por cambios.
Este atributo del Altísimo transmite a la humanidad su perfección. Además de dar a Sus criaturas, la garantía de que Él es digno de confianza absoluta, porque nunca en ningún tiempo volverá atrás en Sus promesas y en Su disposición a bendecir al hombre.
Por eso, podemos apoyar nuestra vida solamente sobre el Señor, porque Él es la Roca firme y segura para nuestra alma. Muy diferente de los seres humanos, que tanto oscilan en su temperamento y estado de humor. Por eso vemos personas que hoy les gusta alguien y mañana le deja de gustar; hoy tiene placer en la compañía del amigo, pero mañana desean verlo lejos; hoy reconocen el gesto noble de quien lo ayudó, pero luego se olvidan y demuestran ingratitud, y así sucesivamente.
¡Pero, que bueno que el Altísimo no es así! Es parte de Sus atributos ser inmutable, es decir, Él no cambia, no altera Su Palabra, Su carácter, Su amor, Su bondad y principalmente Sus promesas.
Por eso, quiero sugerir ahora una reflexión y un agradecimiento a Él por tener cualidades tan preciosas.
¡Gracias mi Dios por ser siempre el Mismo, porque así, podemos tener la seguridad que al buscarlo, siempre lo encontraremos con la misma alegría y buena voluntad en atendernos! (Sal 102.25-27)
¡Gracias Dios porque en Ti “no hay cambio ni sombra de variación”! (Stg1.17) El sol y las estrellas, pueden dejar de brillar, el cielo puede pasar, así como todo el universo se deteriora. Sin embargo, nuestro Señor, continuará igual por toda la eternidad.
¡Gracias mi Dios, por no dejarse disuadir por nada ni nadie en cuanto a Sus decretos! ¡Qué bueno saber que ni todos los hombres juntos, lograrán hacerlo retroceder en Su decisión de bendecirnos! (Job 23.13,14)
¡Gracias mi Dios, por ser el Todopoderoso, pues así, nadie podrá impedir Su actuación en nuestra vida! Es decir, lo que el Señor piensa, así sucederá, y cómo determinar, así, se efectuará (Is 14.24,27). Después de todo, actuando el Señor, ¿quién lo impedirá? (Is 43.13)
Entonces, si usted está alarmado ante alguien o algún problema, recuerde que Dios sigue en Su trono reinante, y que Sus propósitos nunca serán anulados. Él sigue concretando Sus planes, salvando a Sus hijos y destruyendo a Sus enemigos. Cualquier oposición a Él o a nosotros, es inútil, porque superior y eterno es el poder y la autoridad del Altísimo. (Punto !!!)