Durante un reciente viaje a la India, Hillary Clinton intentó explicar la razón de porqué el 52% de las electoras blancas habían votado a Donald Trump, y no a ella en las elecciones de 2016. Según ella, las mujeres blancas casadas fueron influenciadas por los maridos y otros hombres.
Es serio, ella dijo que las mujeres sufren: “un tipo de presión creciente para votar en quien su marido, su jefe, su hijo, cualquier otro, cree al que usted debería votar”. El hecho de ella misma ser mujer blanca y casada deja el argumento aún más confuso. ¿Sus opiniones son dictadas por su marido? ¿Por los demás?
Hillary es un extraño (y cada vez más frecuente) tipo de feminista, que lucha por el derecho de que mujeres hagan lo que quieran y piensen como bien quieran…desde que sea en consonancia con el abecedario de ella. ¡Ay de las mujeres que decidan pensar de modo diferente o defender otras pautas! Como mínimo, serán acusadas de no pensar por cuenta propia.
Pero no es la primera vez que Hillary intenta explicar la razón por la que perdido. En septiembre de 2017, el periódico Daily Mail contabilizó todas las disculpas dadas por Hillary por su derrota. En aquella época, la lista ya tenía 41 ítems, pero continuaba creciendo. Entre esos culpables, a Rusia, el FBI, Barack Obama, lo medios dd comunicación, las mujeres blancas, las personas que querían un cambio, redes sociales, electores blancos, wikileaks, hombres, etc., etc. e infinitos etc. Y, creyendo que no era suficiente, ella incluso escribió un libro llamado “Lo que aconteció” para explicar mejor la lista de culpables por su derrota.
Críticos dijeron que el libro es una pieza de propaganda destinada a enaltecer las cualidades de Clinton, para mostrar que ella era una persona perfectamente preparada para el cargo, y, a la vez, colocar sobre los demás la responsabilidad por la derrota. La admisión de culpa sobre el propio fracaso recayó en haber realizado “malas elecciones” a la hora de comunicar lo cuan maravillosa ella era para los electores. Nada sobre volver a ver sus propuestas de gobierno.
¡No! Para Hillary, el problema está siempre en los demás.
En el libro, la ex-candidata tira para el lado personal y confiesa que se sintió herida: “tuve que conformarme con el hecho de que muchas personas — millones y millones de personas — decidieron que simplemente no les gustaba. Imagine cómo me sentí. Eso duele”.
Extraño una mujer acostumbrada con la política, cerca de suyos 70 años, llevar las cosas para el lado personal de esa manera tan emotiva e inmadura. A pesar de decir que se conformó con la idea, no es lo que sus palabras y actitudes demuestran.
Hillary no acepta la pérdida porque culpa a todo el mundo. Cuando perdemos alguna cosa que nos gustaba o cuando no alcanzamos algo que queríamos mucho, la reacción que escogemos tener vale mucho más que aquello que perdemos. Cuando perdemos es ahí que se muestra nuestro carácter. Señalar a los demás, intentando encontrar culpables, sólo nos lleva a un lugar equivocado. El comportamiento correcto es intentar entender nuestra cuota de culpa. Lo que hicimos de errado y lo que podemos cambiar en nuestro comportamiento, modo de pensar, actuar, hablar, para que aquella situación no vuelve a suceder. Corregir lo que llevó al error. Eso, sí, sería útil para Hillary Clinton. Y sirve para cada uno de nosotros.
Lo que Hillary falla en darse cuenta es que no era una cuestión de quien era más bonito o más legal. No era Donald Trump versus Hillary Clinton — o, por lo menos, no debería ser así en una elección presidencial. Son propuestas que están concursando — no personas. Y, al personalizar la disputa, ella perdió el objetivo de lo que las personas realmente estaban evaluando. No admite que la derrota en las urnas se dio porque su plan de gobierno fue rechazado por los electores. Las elecciones norteamericanas fueron decididas entre las ideas que Donald Trump defendía y los sueños de los moderados del país.
Esa propuesta tuvo llamamiento a los americanos porque ellos están viendo su país distanciarse del ideal que tenían en el pasado. Si quieren volver a los tiempos dorados en que a América era grande, es porque percibieron que, en algún punto, tomaron el camino errado. Ellos están haciendo ahora lo que Hillary debería haber hecho — y lo que usted y yo también necesitamos hacer cuando alguna cosa sale equivocada en la vida. Primero, parar de cometer los mismos errores y parar de culpar a los demás. Mirar para el punto en que estamos, evaluar cuando comenzamos a salir de los raíles y dar los pasos necesarios para atrás, hasta llegar al camino correcto.
De ahí en delante, es sólo seguir por él. Los detractores de Trump (Hillary, inclusive) lo acusan de dar pasos hacia atrás al no defender la agenda “moderna”. Pero no siempre dar pasos hacia atras es algo malo. Cuando se está yendo en dirección incorrecta, dar pasos hacia atrás es exactamente lo que se necesita hacer para retomar el camino correcto.
Vanessa Lampert