La palabra “auxiliar”, en la sociedad en la que vivimos, tiene una connotación de alguien que es inferior; que está subyugado a otro; que no tiene libertad o reconocimiento.
Introduje esas definiciones porque algunas traducciones bíblicas hicieron bastante conocido el término de “auxiliadora” para referirse a la condición de la mujer ante el hombre en el matrimonio. Otras versiones dieron a esta narración de Dios la interpretación de “ayudadora”, como usted puede ver abajo:
“Y dijo el Señor Dios: No es bueno que el hombre esté solo; le haré una ayudadora idónea para él. “Génesis 2:18
Para mí, tanto “auxiliadora” como “ayudadora” corresponden a la naturaleza de nuestra misión dentro del matrimonio.
Algo que me ayudó bastante a “encontrarme” y actuar de forma adecuada para con mi marido fue entender que el Señor Jesús usó un término semejante al “ayudador” (una palabra con la misma equivalencia en el griego, haya vistas a los manuscritos del AT haber sido escritos en hebreo) para describir el papel del Espíritu Santo en la vida de los hijos de Dios.
Por lo tanto, si el Espíritu de Dios, que nos guía, nos apoya y nos auxilia en los momentos de dificultades no es inferior a nosotros, por el papel que desempeña, las mujeres tampoco lo son por el hecho de ayudar a su marido.
Este término es tan valioso que, otras veces, fue usado en las Escrituras para describir el propósito de Dios yendo al auxilio del hombre.
Entonces, quiero decir que no veo ningún desprecio en ayudar, auxiliar, amparar o tener un papel secundario en el matrimonio, contando que yo cumpla en la vida de mi marido aquello para lo cual fui designada por mi Creador.
Está escrito que el hombre necesita una compañera, necesita un buen consejo, de alguien para apoyarlo en sus desafíos, para desahogar sus angustias, o incluso de una persona que se quede en silencio a su lado en las horas difíciles.
Hemos sido creadas con inteligencia, sensibilidad, coraje, alegría, disposición y muchas otras cualidades que se encajan en el propósito de ayudar al marido y a la familia a desarrollarse.
Aunque el orden en muchos hogares está invertido, es decir, el marido se convirtió en el auxiliar de la mujer, la voluntad y la determinación de Dios para el matrimonio no cambiaron. Por el contrario, lo que Él dijo miles de años atrás sigue siendo lo mismo, y este es el principio para una relación feliz. ¡Ni se imagina lo maravilloso que es cuando cada uno ocupa su lugar en matrimonio!
No tengo nada en contra de la mujer que trabaja o ejerce un cargo de liderazgo importante en la sociedad. Si ella está casada, dentro de casa, tiene un papel diferente de lo que ejerce en la empresa en la que trabaja. Su autoridad, allá fuera, de dar órdenes, mandar y decidir todo sola no se extiende hacia su cónyuge.
Sepa que si usted, mujer, pierde la esencia (el propósito) del plan original de su creación, su vida no contribuirá gloria al propósito Divino. Nada puede ser peor para el ser humano que vivir y no honrar el llamado de Dios para él.
Yo sé que no todas las mujeres lograrán entender la profundidad de lo que estoy hablando aquí. Y eso se debe porque no son todas las que tienen la Biblia como su Manual de Vida.
Para finalizar, pensemos juntos: si el hombre, solo, es incompleto, ¿cómo puede ser su vida si está unida a una mujer que no es auxiliadora?
Vemos muchos maridos que, aunque tengan el lugar de su costilla completa con una mujer, continúan perdidos o bien porque sus esposas desconocen estas verdades, o porque las rechazan, lo que es peor aún.
Termino diciendo que la mujer que descubre la belleza, la razón y la alegría de servir como ayudadora de su marido no deseará otro lugar. ¡Por eso, yo creo que una vez auxiliadora, siempre auxiliadora!