Los camioneros pararon, y Brasil paró a causa de ellos. La huelga de esa categoría dejó a toda la población sin tener acceso a ítems fundamentales, como alimento y transporte. Pero me pregunto: ¿y si lo mismo sucediera con Dios y con Su Altar? ¿Y si, por un día, nuestro Señor decidiera no trabajar para recluirse, sin atender a las oraciones de nadie?
¿Y si, por un día, Él dejara de tener misericordia o de darnos Su perdón y Su protección? ¿Ya pensó cuál sería el tamaño del colapso en el universo sin la acción de Dios?
Pero, menos mal que Aquel que es imprescindible sobre toda Su Creación nunca entra en huelga. Mucho menos bloquea el acceso a Su Altar. Todos los días tenemos la posibilidad de llegar al Señor del Altar para pedir socorro, para recibir respuestas y para aliviar nuestra carga.
En el Altar, el lugar más democrático del mundo, el adicto, la prostituta o el que vive en la calle pueden poner en práctica su fe y salir de ese nivel, de despreciados por la sociedad, para ser personas respetadas e, incluso, ejemplos para los suyos.
Por lo tanto, ¡menos mal que el Altar de Dios nunca entra en huelga! Al contrario, sus puertas están abiertas para todos lo que quieran tener un cambio de vida. Incluso, vale decir, que el Altar no tiene solo lo básico para ofrecer. Tiene lo extraordinario y lo inimaginable, porque el Dueño de ese Altar es el Todopoderoso.
Entonces, solo continúa con la vida en desorden aquel que está paralizado por sus debilidades y miedos.
Solo permanece en el caos aquel que no aprovecha la gran oportunidad de transformarse en una nueva criatura EN EL ALTAR.
Dios no está inactivo y no cerró las puertas de ese lugar precioso. Si en su vida falta todo, ciertamente, usted está ignorando el privilegio que tiene de llegar a Él todos los días.