¿Usted ha notado que la palabra oración trae en sí una gran enseñanza práctica? Está compuesta de: orar + acción.
No es difícil convencer a alguien a orar para pedir a Dios la solución de sus problemas, pero la fe no exige sólo eso. Quien ora, debe también estar listo para actuar de acuerdo con lo que Dios determina. De lo contrario, estará años orando, y orando sin alcanzar las respuestas que tanto busca.
Tenemos un ejemplo de esto cuando Moisés y el pueblo de Israel quedaron atrapados en su salida de Egipto. Al frente tenían el gran mar Rojo y detrás el poderoso ejército del faraón tras ellos. Al ver que no tenían salida, Moisés se preparó para realizar una oración pidiendo la liberación. Digo se preparó, porque no le dio tiempo a decir ni una sola palabra, pues Dios se adelantó y dijo:
“¿Por qué clamas a Mí? Dile a los hijos de Israel que marchen. Y tú, levanta tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y ábrelo, para que los hijos de Israel pasen por el medio del mar en seco. (Éx 14.15,16)
El líder hebreo no tenía tiempo que perder. Si fallaba en aquel momento crucial, todo estaría perdido. Su papel era ordenar que el pueblo avanzara, y para provocar la salvación de todos, él debía extender su cayado.
¿Sabe cuál fue el resultado de estas actitudes?
El Altísimo abrió un camino en medio de aquel mar para que Israel atravesara a través de tierra seca. Además, ahogó a todos los enemigos que hacían guerra contra Su pueblo. Por lo tanto, no hay seguridad mayor que actuar de acuerdo con lo que cada situación pide.
La oración es muy importante y no puede ser descuidada por nosotros, pero la actitud valiente de fe debe ser su compañera inseparable.
En mi vida he vivido desafíos en que palabras y lágrimas fueron totalmente dispensables, porque era necesario ejecutar prontamente la orden que Dios me había dado en aquel momento.
Lloro y desahogo con los amigos alivian el alma, pero nunca resuelven los problemas. Por eso, pienso que no hay ningún peligro en obedecer la Voz Divina, por más extraña que ella nos parezca. Sin embargo, hay todo tipo de riesgo y retraso de vida cuando ignoramos la orden que Dios nos da.
El mejor destino en este “viaje de la vida” está por delante de nosotros, pero nunca las batallas nos serán evitadas. Por ello, no tenemos otra alternativa, sino ser fuertes para avanzar y hacer lo que hay que hacer siempre.
Descubre hoy que hay algo más que hacer, además de orar. Apresurese para dar sus pasos de fe, porque orar y actuar deben andar de la mano cuando se pretende alcanzar grandes objetivos.
¡Hasta la próxima semana!