La señora Albertina llegó sin nada y sin familia a un país diferente, padeció por problemas económicos y espirituales “Escuchaba voces y tenía dolores de cabeza constantes” afirma. En ese estado de sufrimiento llegó a la Iglesia Universal, se liberó de todos los males, fue curada y comenzó a ver resultados. Pero fue a partir del sacrificio en la Hoguera Santa que su vida cambió por completo. A través de esa actitud de fe probó la existencia de Dios “Siempre sacrifico en el Altar porque, en cada decisión, Dios tiene que ir adelante”.
Ella disfruta de los frutos de los sacrificios hechos en el Altar de Dios “Sacrificando me llegó un contrato muy bueno de casi 500.000 dólares. Me compré mi casa, tengo 5 autos, viajamos a países y mi hijo estudia en la universidad de Cambridge”, concluye Albertina.
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