Quizás, a veces piensa: “¿Dios mío, porque no tengo eso? ¿Por qué no puedo casarme con él? ¿Por qué debo hacerlo a Su manera cuando en realidad quiero actuar a mi modo? ¿Por qué parece ser tan difícil agradar a Dios?”
Ante esas preguntas, la Biblia nos da la respuesta que necesitamos:
“Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos, dijo el Señor. Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos.”, (Isaías 55:8-9).
Dios no piensa como nosotras lo hacemos, Él no ve la vida de la misma manera. ¿Ya imaginó la distancia entre el cielo y la tierra? Es infinita, y así también son las diferencias entre nuestros pensamientos y Sus pensamientos.
Por eso, cuando Dios le pide algo, piense que lo hace porque Él quiere lo mejor para usted. Así será más fácil obedecerle y entregar lo que le pide, no importa si es un sentimiento, su voluntad, un bien material, etc.
Recuerde: ¡Necesitamos obedecer! Hacerlo genera vida en abundancia y éxito en todos los aspectos.
Fuente: vivianefreitas.com
La confianza
“Pacientemente esperé al Señor y se inclinó a mí, y oyó mi clamor.”, (Salmos 40:1).
No importa la dificultad que usted pase en el día de hoy, ni lo que suceda de aquí en adelante. Porque tiene la promesa de que será oído cuando clame y confíe. Con Dios no existe “confiar desconfiando”. O confiamos con todas nuestras fuerzas, o no lo hacemos, es todo o nada. A partir de hoy, haga de esa práctica una constante en su vida. El Señor es el Único digno de su confianza. Crea que Él ya oyó su clamor.
Fuente: El pan nuestro para 365 días