Antes de llegar al Congreso para el Progreso, la vida de Elena estaba destruida, su familia estaba en la miseria y no tenía para darle de comer a sus hijos. En un intento de prosperar abrió un invernadero, pero este quebró. Tenía una deuda que parecía impagable de $150.000. En esa situación llegó a la reunión de los lunes.
Después de perseverar y usar la fe, Elena tuvo sabiduría y osadía para alcanzar las metas que se propuso. “En el primer mes que participé del Congreso facturé lo que en cinco años no podía facturar y logré pagar mi cuenta”, resaltó.
Vea este asombroso testimonio y acérquese usted también al Congreso para el Progreso.
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