El escenario es complejo y preocupante porque a pesar de los programas y las iniciativas que se impulsan, el alcohol y las drogas se han vuelto una manera de socialización entre los jóvenes desde los 12 años.
Un estudio de SEDRONAR muestra que: “El 50% de los estudiantes menores de 14 años ya probó alcohol” y que “… la marihuana es la principal sustancia ilícita de mayor consumo entre los jóvenes escolarizados. En menor medida le siguen psicofármacos sin prescripción médica y demás sustancias ilícitas o de uso indebido”.
Un espiral de dolor y locura
Margarita no pudo superar los problemas que la afectaron desde la niñez. Su padre era alcohólico y lo fue hasta los 80 años: “Tenía 13 años, pero no tenía ganas de vivir. Empecé con el cigarrillo, después probé marihuana y cocaína. Me encerraba en una habitación, no me quería bañar, ni comer, estaba muy delgada. Me encontraba bloqueada”.
Ella, era madre, pero no lograba dejar las drogas: “Intenté matarme varias veces. En mi cabeza era un tormento que no me dejaba pensar, escuchaba ‘matate, matate’. Tenía un hijo, me preguntaba qué clase de madre era y qué educación podría darle estando así, pero no podía salir, viví de esa manera hasta los 34 años”.
En el momento en que todo se desmoronaba, surgió la esperanza: “Me invitaron a la Universal, a la Cura de los Vicios y escuché historias de vida que me dieron fuerza. Empecé a luchar y en un par de meses, me liberé de todo. No lo podía creer, me daba asco, no entendía cómo podía haber fumado. Hoy en día, gracias a Dios, no necesito nada de eso. Estoy liberada totalmente”.
Sin embargo, unos años después, cuando pensaba que la pesadilla se había terminado, se enteró que su hijo se drogaba.
La historia se repite
A pesar de saber lo que su mamá había pasado, Gustavo no pudo evitar las adicciones: “Cuando mi madre y mi padre estuvieron separados, estaba solo y me refugié en los amigos. Ellos me ofrecieron y yo acepté algún cigarrillo, hasta que conocí la marihuana.
Comencé con las fiestas electrónicas, usaba éxtasis, LSD y tomaba mucha cantidad de alcohol. Empecé a alucinar, escuchaba y veía cosas que solo estaban en mi cabeza. Iba a la terraza del edificio donde vivía a la madrugada a drogarme a oscuras, me desmayaba. Varias veces me desperté con la cabeza rota y ensangrentado.
Pasé por una sobredosis, ese día entré a mi casa, estaba mi mamá, ella siempre me pedía que dejara la droga. No pude dormir, estuve hablando solo, fue muy feo, pensé que iba a morir. Me internaron dos semanas porque empecé a delirar”.
Su madre no sabía qué hacer con él, aunque lo invitaba a la Universal, no entraba en razón, estaba enfermo: “Ella oraba por mí, ahora entiendo que eso es una carga espiritual.
Una vez ella llamó a la policía y me llevaron en la ambulancia esposado. He visto llorar a mi madre. En el hospital intentaba sacarme las sondas. De allí me trasladaron a un Centro. Estuve dos semanas sin ningún tipo de contacto humano, empastillado, mañana, tarde y noche. No me ayudó en nada, para la ciencia yo tenía que seguir estando con psicólogos y tomando pastillas; seguía siendo adicto, pero cambiaba de firma, era legal”.
Finalmente, Gustavo buscó ayuda en la Cura de los Vicios de la Universal: “Lo primero que me pasó fue el alivio en el alma, la paz, que no te da nadie; me entregué. Sé que parece una locura, pero la fe en Dios me dio esa fuerza.
A partir de ahí nunca más me drogué, ni fumé. Estoy libre, hace dos años que no consumo. Según los médicos no tengo ningún problema a nivel psicológico o físico. Mi vida es de paz y tranquilidad, no tengo depresión, ya que vivía en un mundo de mentira donde me sentía bien por un momento. Mi madre me ve bien y está feliz porque sabe que su fe no fue en vano”, finaliza Gustavo.
Síntomas para reconocer si un adolescente está teniendo problemas con el alcohol o drogas:
–Cambios bruscos de comportamiento sin razón aparente.
–Pasa mucho tiempo solo.
–Llega tarde o se ausenta sin justificación.
–Cambios significativos en el desempeño escolar.
–Falta de interés por los amigos, los deportes y el entretenimiento.
–Pérdida del apetito.
–Comportamiento depresivo.
–Hiperactividad o fatiga.
–Descuido en el aseo personal.
–Escapadas de casa.
Fuente: SEDRONAR
Si ya buscó todo tipo de ayuda y nada resultó, no pierda más tiempo, usted y su familiar pueden ser libres de las adicciones, participe de la Cura de los Vicios en el Templo de la Fe, Av. Corrientes 4070 – Almagro o vea aquí donde se lleva a cabo el tratamiento este domingo a las 15 h.