La desesperación se apoderó del Sr. Haddad, quien ofendió al Líder de la Iglesia Universal, el obispo Macedo, solo por su cambio de opinión y por su decisión de no darle su apoyo.
Él se olvida de que, con esta actitud, ofendió también a miles de personas que forman parte de la Universal y, muchas de ellas, un día lo apoyaron también. Es decir: Si lo apoyamos a este señor, podríamos, así, seguir en paz. Pero si no lo hacemos, ¿deberíamos declararle la guerra? ¿Sería de esta manera?
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